1. AGUSTÍN Y LAS PRIMERAS EXPERIENCIAS


    Fecha: 13/08/2017, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Mi familia era de un muy buen pasar económico, vivíamos en una gran casa en el sur de la Patagonia a las afueras de la ciudad, disponíamos de extensos campos de gran vegetación y árboles tupidos que nos mantenía siempre en contacto con la naturaleza. Recuerdo esa vez cuando mi primo llegó a la casa. Era temporada de vacaciones y él, que no tenía muchas ganas de estar por allí, pese al hermoso paisaje, no tuvo alternativa. Su hermano estaba internado en una clínica psiquiátrica y sus padres creyeron que sería bueno mantenerlo lejos de los problemas y de nada sirvieron las súplicas de Agustín, quien prefería estar cerca de la familia, en Buenos Aires. Mi primo tenía dieciséis años y era precioso. Tenía un cabello ondulado de un castaño claro y ojos verdes que se intensificaban cada vez que le miraba a uno los ojos. Practicaba natación con frecuencia, lo cual le permitía presumir un cuerpo bien tonificado, de espalda ancha, brazos y piernas marcados de una virilidad desmedida. Esa vez llevaba puesto jeans ajustados y una camisa de mangas largas que dejaba ver parte de su pecho bronceado. Se vestía bien y olía increíble. Recuerdo, estaba fascinado por su presencia y cada movimiento que daba. Despertó en mí fuertes deseos que no podía describirme ni a mí mismo. Yo era único hijo y a medida que pasaban los días su compañía se me hacía de lo más interesante. Recorríamos la casa en busca de lugares secretos a los que nadie había llegado y entonces él contaba historias ...
    ... escalofriantes que me quitaban el sueño por las noches. Salíamos a dar breves paseos por el bosque sin alejarnos demasiado y con cuidado de no perdernos. Por aquél entonces yo, que estaba por cumplir diez años, vivía cada momento como una gran aventura y mi primo se encargaba de hacer de esos días, los mejores de mi vida. En un principio no noté sus segundas intenciones pero sí, me di cuenta, a mi manera, de que había algo que no era del todo normal en su trato conmigo. Siempre fue amable y sonriente, afectuoso y efusivo por momentos. Hoy comprendo con certeza, que quería poseerme a su antojo y si iba a tener relaciones sexuales conmigo, tenía que ser con mi consentimiento. Y para eso, necesitaba despertar mis deseos sexuales innatos, y debía hacerlo paso a paso y con extrema meticulosidad. Tenía un poco más de un mes para conseguirlo. El primer suceso ocurrió, si no me equivoco, en la casa del árbol que mi padre había construido para mí, antes de que naciera. No muy lejos pero sí, bastante oculta entre los inmensos árboles. Agustín, se disponía a leerme un cuento y me había indicado que me acercara y me sentara en sus piernas y así lo hice sin darle importancia a nada. Él me envolvió en sus brazos por detrás y comenzó a leer en voz baja. La forma en que narraba la historia me parecía más tenebrosa que lo que se contaba. Yo, dándole la espalda y teniendo el libro en frente seguía con la mirada las palabras que pronunciaba, hasta sentir en un momento dado, una dureza bajo mi trasero, ...
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