El Secreto De Mi Compañera | Parte 1
Fecha: 07/09/2025,
Categorías:
Transexuales
Autor: Altheros, Fuente: SexoSinTabues30
... hacia mí con curiosidad, ladeando apenas la cabeza.
—¿Y vos de dónde venís? —preguntó, y su tono era tan suave que más que una pregunta parecía una caricia.
—Yo vengo de Punta Indio —le respondí, con una mezcla de orgullo y vergüenza. Un pueblo chico, a unas horas de acá.
—Lo conozco de nombre —dijo enseguida, con naturalidad—, pero nunca fui.
Sonrió como si de verdad le interesara, y esa simple atención me descolocó. No estaba acostumbrado a que alguien se detuviera en mis palabras, mucho menos una chica como ella, tan cerca que podía sentir el roce leve de su brazo contra el mío cada vez que se movía.
—Es lindo… tiene playa —le respondí, con una sonrisa tímida.
Antes de que pudiera agregar algo más, la profesora entró al aula y el murmullo se apagó de golpe. Comenzó a presentarse y a dar la clase, y los dos nos quedamos en silencio, tomando notas como si nada hubiera pasado. Sin embargo, yo no podía dejar de sentir el calor de su cercanía, ese roce leve de su brazo que había quedado marcado en mi piel, como un secreto que la rutina académica no podía borrar.
Después de casi una hora de apuntes y explicaciones que apenas lograba seguir, la profesora interrumpió el murmullo de hojas y lapiceras.
—Vamos a hacer un break de quince minutos —anunció—. Aprovéchenlo también para ir formando grupos de cuatro, porque a la vuelta les voy a dar la primera tarea.
Un murmullo de sorpresa y quejas recorrió el aula. Algunos se levantaron enseguida, otros ...
... comenzaron a girarse en sus asientos buscando con quién juntarse. Yo sentí un nudo en el estómago: no conocía a nadie, salvo a la chica que tenía al lado. La miré de reojo y, casi al mismo tiempo, ella levantó la vista hacia mí. Bastó un movimiento sutil de sus ojos y una sonrisa cómplice para entendernos: íbamos a ir juntos. No hizo falta decir nada.
Justo delante de nosotros había otro chico y una chica, que al darse vuelta propusieron de inmediato:
—¿Hacemos grupo los cuatro?
Asentimos sin dudar, aunque dentro de mí lo único que importaba era que ella y yo ya habíamos elegido estar juntos.
Cuando la profesora salió, yo saqué mi atado de cigarrillos del bolsillo y lo mostré entre los dedos.
—Voy a salir a fumar —dije, buscando un respiro del encierro y de mis propios nervios.
—Yo también —respondió enseguida Mikeila, guardando sus cosas con rapidez—. Te acompaño.
Los dos de adelante escucharon y se sumaron al instante:
—Vamos todos, así charlamos un rato.
Y así, en cuestión de segundos, estábamos de pie, saliendo juntos del aula rumbo a la galería exterior.
Salimos al patio interno de la universidad, un espacio amplio donde el sol caía directo y la gente se agrupaba en pequeños corrillos. Encendí mi cigarrillo y, con un gesto rápido, le ofrecí fuego a Mikeila. Ella se inclinó apenas hacia mí para encender el suyo, y ese instante fugaz —su rostro tan cerca, el brillo de sus labios entreabiertos— me dejó con el pulso acelerado.
Los dos de adelante ...