Memorias de una Perra Humana - Parte 1
Fecha: 08/09/2025,
Categorías:
No Consentido
Autor: Celine Parra, Fuente: TodoRelatos
... mostrando unos antebrazos tatuados con símbolos que no reconoció.
β No hay personal. Solo nosotros. Cincuenta hombres. Y ahora vos β dijo, como si eso explicara todo.
Un segundo hombre, más bajo pero igual de intimidante, con el pelo negro engominado y una cicatriz que le cruzaba el labio, se acercó.
β El auto no pasa de acá β dijo, señalando el camino que se perdía entre los árboles β. Al campamento se llega caminando. Un día de trekking.
Andreita parpadeó, confundida.
β ¿Un día? Pero... mis maletas...
β Las llevás vos β cortó el primero, ya dándose vuelta para caminar β. O las dejás. Pero no hay vuelta atrás.
El grupo de hombres βal menos una docena que ahora veíaβ comenzó a moverse, siguiendo al líder como un rebaño obediente. Andreita se quedó parada, sintiendo cómo el pánico comenzaba a trepar por su garganta.
β ¡Esperen! β gritó, corriendo hacia su auto β. ¡Necesito saber más del trabajo! ¡Qué se supone que debo hacer!
El hombre de la barba canosa se detuvo, volviéndose solo lo suficiente para lanzarle una mirada que le heló la sangre.
β Subir contenido, como dijiste β respondió, con una sonrisa que no llegaba a esos ojos fríos β. Mostrar lo felices que somos en el bosque.
Luego, sin más explicación, desapareció entre los árboles, seguido por los demás.
Andreita miró su auto, luego el camino que se adentraba en el bosque. Dos meses. Cincuenta hombres. Un día de caminata hasta un lugar del que no podía escapar en auto.
Y ese ...
... contrato que había firmado sin leer.
El sol caía a plomo sobre el sendero angosto que serpenteaba entre los árboles secos de la precordillera mendocina. Andreita sudaba bajo su vestido verde, ahora manchado de polvo y ramas, mientras arrastraba sus dos maletas con ruedas que constantemente se atascaban en las piedras del camino. Los hombres caminaban delante de ella, algunos lanzándole miradas por encima del hombro, otros ignorándola por completo como si fuera un animal de carga más.
β ¿Falta mucho? β preguntó, tratando de sonar casual mientras se pasaba el dorso de la mano por la frente.
Nadie respondió. Solo el sonido de botas aplastando hojas secas y el ocasional crujido de una rama rota.
El líder, aquel hombre alto de barba canosa y ojos azules que parecían perforarla, caminaba al frente con paso firme. Su machete brillaba cada vez que un rayo de sol se filtraba entre las copas de los árboles, y el cuchillo en su cintura se balanceaba con cada movimiento como un péndulo amenazante. Llevaba el torso desnudo bajo una camisa abierta, mostrando tatuajes antiguos que parecían contar historias de violencia: un águila con las alas extendidas sobre el pecho, unas iniciales en los nudillos, algo que parecía una fecha en el antebrazo izquierdo.
β Se llama Ramiro β susurró un hombre más joven (aunque no menos intimidante) que caminaba cerca de ella β. Es el mejor líder que podemos pedir, Tenemos suerte, que nos guie.
La forma de decirlo la hizo tragar saliva, sintiendo ...