Horas extras
Fecha: 15/09/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: Adulto38, Fuente: CuentoRelatos
... me voy a venir en dos segundos.
—Todavía no, pichón… —me dijo—. Primero metémela toda.
La levanté y la cargué sobre el escritorio, le abrí las piernas y le apoyé la cabeza de la pija en la entrada.
—Dámela… dámela toda, la puta madre.
Se la metí de un saque. Estaba tan mojada que la pija entró entera hasta el fondo. Ella soltó un grito ahogado, me envolvió con las piernas, y empezamos a cogernos como dos animales. Le clavaba la pija con fuerza, ella me arañaba la espalda, me chupaba el cuello, me pedía más, más fuerte, más profundo.
—Cógeme fuerte —me decía entre gemidos— Así… así!!!
La di vuelta y la apoyé de nuevo contra el escritorio. La agarraba de las caderas y se la metía con toda la fuerza, el ruido de la piel chocando se escuchaba por toda la oficina.
—¡Así! ¡Así! ¡Cogeme!
Se la saqué, me agaché, le escupí el ojete y le pasé el dedo, despacito. Ella se tensó un poco, pero no dijo que no. Al contrario, miró para atrás y me soltó:
—Hacelo… hacelo ya, me calienta.
Le escupí otra vez, le abrí el orto con los dedos y le apoyé la pija en la entrada. Empujé lento, sintiendo cómo se le abría. Ella apretaba los dientes, aguantando, hasta que entré del todo.
—¡Ahhh sí! ¡Cógeme asiii!
Le bombeé el orto con fuerza, agarrándole las tetas desde atrás, sintiendo cómo entraba una y otra vez en esa cola perfecta. Era una bestia, hermosa, completamente entregada.
—¡Me estoy por venir, Flor…!
—No adentro ...
... —jadeó—.
Le saqué la pija, me pajeé un par de veces mientras ella se arrodillaba frente a mí y apretaba sus tetas con las manos.
—Acabame encima… llename las tetas.
Y acabé. Con un gemido profundo, le descargué toda la leche en las tetas, una, dos, tres chorreadas calientes que le cayeron por los pezones, por el escote, por el cuerpo. Ella se la frotaba, se la esparcía, y me miraba con una sonrisa sucia.
—¡Que rico! Ahora sí… que se joda el boludo de mi ex.
Nos quedamos ahí unos minutos, sin hablar, respirando fuerte, rodeados del olor a sexo, a sudor y perfume mezclado. Flor seguía en cuclillas, con mis gotas secándose en sus tetas, mientras se pasaba los dedos por encima, sonriendo con los labios entreabiertos.
Me acerqué despacio, le di un beso en la frente, y ella cerró los ojos. No necesitábamos decir nada. No era amor, no era promesa, era solo ese momento… ese desahogo animal que nos debíamos los dos.
Se vistió en silencio, sin apuro. Yo me subí el pantalón, todavía con la respiración entrecortada. Cuando terminamos de acomodarnos, apagamos las computadoras, y antes de salir del edificio, ella se frenó en la puerta. Me miró, seria, pero con una chispa en los ojos.
—Esto… se queda entre nosotros —me dijo.
—Hasta el lunes —susurró, mientras la puerta se cerraba y desaparecía de mi vista.
Me fui caminando a casa, todavía con la piel caliente. Sabía que no iba a poder sacármela de la cabeza en todo el fin de semana.