1. Un desconocido me come el culo en un cine


    Fecha: 08/02/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Os contaré hoy lo que me sucedió en uno de esos minicines que ahora abundan tanto. Yo tenía entonces 22 años. Era un martes, una tarde que estaba aburrida. Decidí entrar al cine. Aquel día iba vestida con un minipantalón muy apretado y una camiseta corta que me dejaba la tripa al aire. Era verano.
    
    La sala a la que entré estaba semivacía. Solo una pareja en la parte central. Yo subí hasta la penúltima fila. Estaban todavía los anuncios cuando llegó un hombre de unos cincuenta años, llevaba un bastón pero no se apoyaba en él sino que colgaba de su brazo. A su lado, un chico joven, de unos 18 años, gordo y feo. Los dos caminaron por las escaleras y subieron lentamente. Noté que el hombre se fijaba en mis piernas. Llegaron hasta la fila en la que yo estaba y le oí comentar: «Ahí estaremos bien». Señalaba las butacas que estaban a mi lado. El hombre mayor se sentó junto a mí y el chico más allá.
    
    Cuando se apagaron las luces el hombre dejó el bastón apoyado en el reposabrazos que estaba entre nosotros. Después empezó a acariciarlo por la parte de la punta. Acariciaba el bastón y no dejaba de mirarme, como si no le importase lo que ocurría en la pantalla.
    
    Me fije en el bastón, parecía un consolador grande. Con sus manos daba la impresión de que el tipo le estaba masturbando. Me fije que la punta del bastón era de goma y redondeada. Sentí una sensación extraña. Ya sabéis que me encantan las situaciones morbosas y los hombres maduros, turbios y oscuros. Me ponen, qué le voy ...
    ... a hacer.
    
    Yo tenía las piernas cruzadas y el hombre no paraba de mirármelas. El seguía jugueteando con su bastón y poco a poco lo iba pasando hacia mi butaca. Yo estaba sorprendida. Noté que acercaba la punta del bastón a mi pierna, sentí el contacto a la altura de mi rodilla. Desplazó el bastón de la rodilla hasta mi tobillo y después subió hacia arriba. Era muy extraño. Presionó sobre una de mis piernas para que las descruzase. Eso es lo que quería, claro. Sentí una oleada de calor cuando me di cuenta. Ese tío era un morboso. Pero descrucé las piernas. Y el bastón como si hubiera conseguido un triunfo se movió con rapidez. Enseguida vi que estaba posado entre mis piernas, justo en mi chocho. Hizo unos cuantos movimientos y trató de meterse entre la pernera de mi pantalón y mi pierna sin conseguirlo. Estaba demasiado apretado.
    
    Entonces el hombre se inclinó hacia mí y me preguntó:
    
    —¿Cómo te llamas, guapa?
    
    —Anita.
    
    —Entonces, Anita, quiero que te pongas de lado y te quites los pantaloncitos para que pueda restregarte este bastón por ese culazo que tienes.
    
    —Usted está loco.
    
    —Venga, Anita, obedéceme y luego también te pondré la polla en el culo.
    
    —Déjeme en paz.
    
    Pero yo sabía que lo iba a hacer porque me gustaba mucho que me dijera esas cosas. Él se dio cuenta enseguida.
    
    —Te voy restregar el bastón y luego te voy a meter este dedo por el culo y te lo voy a chupar morbosamente, paladeando, ese culo se merece mi lengua.
    
    —Déjeme tranquila —le dije pero ...
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