Alejandro y la granja familiar - 3: La ducha - Relatos Eróticos

Alejandro y la granja familiar - 3: La ducha

Al día siguiente, domingo, el sol se alzó como un cabrón implacable sobre la granja, bañando los campos en un fulgor dorado mientras los gallos rompían el silencio con sus cantos. Alex se despertó con Sara pegada a él, su cuerpo desnudo aún tibio del polvazo de la noche – había sido sexo salvaje hasta correrse a chorros, pero en su cabeza bailaban imágenes del rabo de Don Manuel meneándose en la ducha y el beso húmedo de Javi en su culo, un secreto que lo había dejado hecho un toro en celo. "Joder, ¿qué coño me está pasando? soy hetero de manual, pero ese viejo con huevos de acero y el crío me ponen la polla como una barra", pensó, ajustándose la morcilla matutina en los calzoncillos.

El desayuno fue el ritual de siempre: café, pan con tomate y aceite que chorrea y huevos fritos. La familia charlaba de la recolecta, y Don Manuel, presidiendo la mesa con la camisa entreabierta mostrando el vello gris del pecho fornido, miró a Alex con ese guiño pícaro que lo desarmaba. "Hoy tenemos trabajo, chaval. ¿listo para otro rodeo en el tractor conmigo? te dejo que lo domines a fondo". El doble sentido –o quizás era imaginación – impactó a Alex, haciendo que su polla se removiera en los pantalones, un calor subiendo mientras asentía sonrojado. Javi, al otro lado, le soltó una sonrisa cómplice que recordaba al granero, y Alex se preguntaba si el chaval querría rematar la faena...

El pelotón masculino salió al campo: Alex, subió en el tractor con el abuelo, la cabina angosta ...

... forzándolo a sentarse en sus piernas, su culo redondo presionando contra ese paquete abultado que se endurecía levemente con los botes del camino polvoriento. "Sujétate bien, chaval, que esto se pone bravo", murmuró Don Manuel al oído, con su aliento cálido en la nuca y una mano "estabilizando" en el muslo de alex.

Cuando llegaron al cultivo, Alejandro se levantó, pero justo entonces el tractor se balanceó ligeramente, desequilibrándolo. Don Manuel lo sujetó rápido, plantando sus manos callosas en su culo redondo. "Yo te cojo, chaval", dijo con una sonrisa ladina que mandó una chispa directa a la polla de Alex, un agarre firme que amasaba sus nalgas un segundo de más antes de soltarlo.

Trabajaron horas bajo el sol asesino lo que haría que pronto todos se quitaran las camisetas, reluciendo torsos sudorosos. Alex no podía evitar mirar, admirando esa testosterona cruda, y en fogonazos se imaginaba a todos desnudos, pero sacudía la cabeza rápido: "joder, ¿qué coño me pasa? soy un tio hetero", se decía, enfocándose en el trabajo para apagar la calentura.

En un momento, Alex necesitó ir mear y se apartó tras unos árboles, sacándose el rabo medio morcillón por toda esa excitación acumulada, orinando con un chorro potente. No se percató de Javi siguiéndolo, hasta que el chico se puso a su lado, sacando su propia polla. "Qué susto, tío, no te esperaba", dijo Alex, ruborizándose. Javi bajó la mirada al rabo de este, grueso y semierecto: "Eres un toro en todos los sentidos, vaya rabo ...