Alejandro y la granja familiar - 3: La ducha - Relatos Eróticos

Alejandro y la granja familiar - 3: La ducha

... polla gruesa saliendo libre y follando su boca como Javi había hecho con la suya. Don Manuel soltaba bufidos mudos a cada apretón, jadeos contenidos que vibraban en su pecho fornido, mientras agarraba las caderas de Alex "para estabilizarlo", con sus manos callosas clavándose en el cuerpo. Con dobles intenciones roncas, le decía: "Así, muy bien, chaval, manejas de puta madre a este viejo trasto... aprieta fuerte, continúa, que sientas el poder". Alex jadeaba bajito, su propia polla se endurecía en los pantalones, goteando presemen por el roce constante, el camino le pareció eterno en esa cabina cargada de testosterona y deseo prohibido.

Llegaron a la granja al atardecer, el sol tiñendo todo de un naranja ardiente mientras descargaban el remolque entre nubes de polvo y risas roncas. Alex notaba el paquete del abuelo aún marcado, tieso por el "paseo", y Javi le lanzaba miradas cómplices desde lejos, recordándole esa lamida rápida que lo había dejado al borde. Luego vino el ritual de las duchas improvisadas junto al granero, esa lona raída colgando como un velo endeble, ocultando su desnudez masculina de las mujeres en la casa. Don Manuel pidió a sus hijos que fueran a recoger y echar la paja a los animales. Por lo que solo el grupo de jóvenes y Don Manuel se dirigió a la ducha.

El agua fría caía sobre ellos, con jabón casero limpiando sus pieles calientes, el aire cargado y olor a macho sudado, con una electricidad ...

... palpable recorriendo el espacio. Don Manuel se enjabonaba con lentitud deliberada, tocándose sutilmente la polla para que Alex lo viera –una mano ligera, sus dedos rozando el tronco venoso, haciendo que se empalmase más, – guiñándole pícaro mientras el agua resbalaba por todo su cuerpo. Javi, posicionado cerca, rozaba "accidentalmente" el cuerpo de Alex al enjabonarse, un dedo efímero deslizándose por su culo redondo, un roce que mandaba chispas directas a la polla de Alex, recordándole esa lamida en el campo. Los otros tres primos charlaban y reían, pero el ambiente era denso.

La cabeza de Alex iba a reventar; no podía más con esa calentura acumulada –el roce en el tractor con el paquete del abuelo chocando contra su culo, la chupada rápida de Javi, todos esos cuerpos desnudos y sudorosos bajo la lona, esos rabos y huevos tentándolo–. su polla se puso bien dura, tiesa como un puto mástil, imposible de disimular bajo el chorro de agua . "Lo siento, no aguanto más", alzó la voz delante de todos, que lo miraban extrañados ante aquella frase, mientras el agua seguía cayendo como un telón de fondo.

Alejandro inmediatamente se dirigió al abuelo, se agachó frente a él arrodillándose en el suelo mojado, y mirando a los cuatro primos de Sara – mientras estos observaban a Alex con ojos como platos, incrédulos –, dijo: "disculpadme, no me juzguéis, pero tengo que hacerlo", se metió la polla de Don Manuel en la boca.

Continuará...