14 y 17 EN EL VESTIDOR 2a PARTE
Fecha: 18/09/2025,
Categorías:
Gays
Voyerismo
Autor: daddybear, Fuente: SexoSinTabues30
¡Hola Morbosos! Espero que les haya gustado la primera parte de este relato que es uno de los tantos que tengo en mis 41 años.
Que lo disfruten.
Después de ese primer encuentro en los vestidores, mi cabeza no podía dejar de pensar en Leo. Su piel morena brillando con el agua, esa pancita pequeña que me volvía loco, y la forma en que su pene se endureció bajo mi toque… todo eso me tuvo al borde durante días.
A mis 17 años, con mi cuerpo chubby, nunca imaginé que alguien como Leo, un chavo que acababa de cumplir 14 años, moreno, fuerte y con esa chispa traviesa en sus ojos café oscuro, me haría sentir tan deseado. Pero lo que pasó después de ese día en las duchas me dejó temblando de una manera que nunca olvidaré.
Habían pasado un par de días desde nuestro encuentro, y aunque nos seguíamos saludando y echando desmadre en la alberca como si nada, las miradas que Leo me lanzaba eran puro fuego, pero disimulaba frente a Martín.
Ese día, llegué al club de natación un poco más tarde de lo usual y el entrenamiento se alargó porque el entrenador nos puso a hacer ejercicios extra. Leo y Martín, como siempre, terminaron antes, pero vi que Leo se quedó rondando cerca de los vestidores, como si estuviera esperando algo… o a alguien. Cuando terminé mi práctica, entré al vestidor empapado, con mi traje de baño ajustado marcando mi cuerpo redondo. El lugar estaba casi vacío, salvo por Leo, que ya estaba en las regaderas, en la ducha del centro donde todo había comenzado la ...
... última vez.
Me quité el traje de baño y me metí a la regadera de la izquierda, la misma donde Leo había estado antes. Las paredes de cristal esmerilado, que se volvían transparentes al mojarse, me dejaban ver su silueta borrosa mientras el agua caía sobre él. No pude evitar mirarlo: su piel morena bajo el chorro, sus brazos fuertes se flexionaban mientras se tallaba el cuerpo, y esa pancita se veía aún más sexy con las gotas resbalando por su abdomen. Su pene, que ya conocía tan bien, colgaba flácido al principio, unos 14 cm con esa cabeza gruesa y el prepucio cubriéndola parcialmente, pero podía ver cómo empezaba a endurecerse mientras él me miraba de reojo a través del cristal.
“¿Otra vez te da pena, gordito?” dijo Leo con esa voz burlona que me ponía nervioso, mientras aventaba agua al cristal para hacerlo transparente, como había hecho la última vez. Ahora podía verlo todo con claridad: su cuerpo moreno y húmedo, sus piernas musculosas cubiertas de vello corto, y su pene que ya estaba completamente erecto, unos 17 cm, con la cabeza rosada asomando, palpitando con cada movimiento suyo. Mi cuerpo tembló de deseo y Leo no me dio tiempo de pensar. Abrió la puerta de mi ducha y se metió conmigo, desnudo, sin decir una palabra, su mirada llena de una intensidad que me dejó sin aliento.
El agua caliente caía sobre nosotros, mezclándose con el vapor que llenaba el espacio, mientras Leo se acercaba más, su cuerpo rozando el mío. “No te tapes… me gustas así,” susurró, su voz ...