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Compañeros de oficina
Fecha: 20/09/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: leoooxnrk, Fuente: TodoRelatos
... madre. Marcos nunca había saboreado la elegancia de una mujer madura y se preguntaba a qué sabría su néctar. Él a su vez era ajeno a cómo, con disimulo, los ojos de Mónica, normalmente llenos de cinismo, se aferraban a aquel culo redondo que Marcos lucía inconscientemente y su camiseta nunca tapaba. Andando siempre con las manos en los bolsillos la pernera de su pantalón de lino dejaba ver un poco de sus calcetines a la vez que la tela fina proyectaba sobre el fondo del pasillo la forma esférica y firme, casi perfecta, de sus nalgas. Ella lo observaba alejarse mientras imaginaba esas dos colinas de mármol abriéndose camino a empujones entre sus piernas. Cuando Marcos doblaba la esquina o se metía en alguna sala ella extendía su mano con la palma hacia abajo y se miraba la manicura impecable de salón de belleza mientras pensaba en cómo lucirían aquellas uñas apretadas contra los glúteos duros de Marcos, la ralladura rojiza que dejarían en la carne blanca y fría del culo de aquel chico del que desconocía todo. En otras ocasiones él estaba a punto de perder la compostura solamente al observarla hablar. Tenía aquella cara de malvada de las películas. Altiva y soberbia, capaz de asesinar unos cachorros con sus propias manos, doblegar a todo un reino, envenenar las manzanas. Se sofocaba pensando a qué castigos podría condenarle a él. Se dejaría azotar y asfixiar. A esa mujer estaría dispuesto a permitirle que lo desollara con sus uñas. Se revolcaría con gusto en la moqueta ...
... completamente desnudo para que ella lo pisara, para que caminara sobre su espalda con sus tacones y su bolso de Dior. Abandonaría todas sus ideas políticas para que aquel mujerón le marcara a fuego sus tacones y su supremacía con sus andares y maneras de mujer del barrio de Salamanca. Mónica estudiaba los ángulos del rostro de Marcos, su barba corta y los hoyuelos que flanqueaban su sonrisa. Mónica se revuelve en su silla cuando atisba las líneas de expresión dibujadas a ambos lados de los ojos de Marcos. Ella se pregunta a donde va este revuelto que siente en las entrañas cuando vuelve a casa y ve a su marido. A donde va estos calores que siente cuando imagina tocar con los dedos abiertos un cuerpo recio y fibrado. A qué huele la cercanía del cuerpo de un hombre joven aún con tensión, cómo se debe sentir esa barba en apariencia sedosa en las caras interiores de sus muslos, muslos aún suaves, pues los cuida y masajea a diario con aceites en la instintiva e involuntaria esperanza y disposición de poder estrangular a un hombre como él. Se pregunta cuánto sería capaz de aguantar el grito si Marcos la tirase del pelo. Cómo sonaría un salivazo de sus labios directo a sus labios vaginales como preámbulo a Marcos comiéndola el coño. Si esa misma saliva estaría o no caliente cuando más tarde, previo a empotrarla, Marcos le escupiera en la boca. Con ningún otro hombre, nunca, ha pensado cosas de este estilo. Su educación recatada de colegio de pago no lo permitían. Había sido feliz ...