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El deseo oculto (4)
Fecha: 20/09/2025, Categorías: Gays Autor: RefRef, Fuente: CuentoRelatos
... notó el calor de un alengua lamer su gran y gordo rabo y de una sentada, el anónimo hombre al otro lado, se la metió entera en la boca, hasta la garganta. Iván jadeó con fuerza, dejándose llevar por el alcohol y los secretos que solo suceden ahí. El anónimo hombre siguió mamando su rabo sin descanso durante un largo tiempo hasta que se detuvo en seco, como si algo hubiese roto el momento de intimidad. —… ¿Iván? —dijo quién fuese al otro lado. —¿Raúl? —preguntó con un hilo de voz, mientras el calor de la situación se transformaba en un frío aterrador. El silencio al otro lado del panel fue la confirmación que necesitaba. Iván se retiró de inmediato, subiendo su pantalón de forma torpe y saliendo al pasillo oscuro como si el aire le faltara. Raúl apareció al momento, empujando la puerta trasera con una expresión que oscilaba entre el desconcierto y la vergüenza. Su chaqueta estaba desordenada, y la tensión en sus hombros lo hacía parecer más pequeño. —¡Iván! Espera, por favor… ¡No sabía que eras tú! —dijo Raúl, colocándose el paquete mientras intentaba alcanzarlo. —¡Claro que no sabías! Porque esto no debería estar pasando, ¡nunca debió pasar! —Iván se giró, con los ojos inyectados de ira y el rostro encendido tanto por el alcohol como por lo absurdo del momento. Raúl levantó las manos, intentando calmarlo. —No vine aquí a buscarte, lo juro. Ni siquiera sé por qué estoy aquí. Solo… necesitaba algo, necesitaba… olvidar. Iván soltó una carcajada ...
... seca, tan amarga que hizo eco en el pasillo vacío. —¿Olvidar? ¿Es así como olvidas, Raúl? Saltando de un agujero a otro, buscando excusas para no enfrentar lo que has hecho. Raúl se acercó, dando un paso tímido hacia él, pero Iván levantó la mano, frenándolo. —¡No te acerques! Estoy borracho, Raúl, y si das un paso más, no respondo de mis actos —continuó diciendo. —Iván, por favor… yo… —Raúl intentó hablar, pero las palabras parecían quedarse atascadas en su garganta. —¡Tú nada! —espetó Iván, avanzando hacia él con los puños cerrados—. ¿Sabes lo que eres? Un cobarde, Raúl. Un maldito cobarde que no sabe lo que quiere, y mientras tanto, arrastras a todos los demás en tu mierda. Raúl retrocedió un paso, pero algo en su interior parecía romperse. —¡Tienes razón! —gritó de repente, su voz resonando en el pasillo oscuro—. ¡Soy un cobarde! Pero no porque no sepa lo que quiero. Sé exactamente lo que quiero, Iván… Te quiero a ti. Las palabras dejaron a Iván congelado, como si un golpe invisible lo hubiera alcanzado. Pero la mezcla de emociones —dolor, ira, deseo— se desbordó. —¡No digas eso! —chilló, lanzando un puñetazo que alcanzó a Raúl en la mandíbula. Raúl cayó hacia atrás, golpeando contra la pared con un gemido ahogado. Pero en lugar de devolver el golpe, simplemente se quedó ahí, con la mirada fija en el suelo y los ojos brillando con lágrimas que no se atrevía a dejar caer. —¿Te hace sentir mejor? —preguntó con voz quebrada. Iván lo miró, su ...