1. ABRIENDO LAS ALITAS 3


    Fecha: 22/09/2025, Categorías: Gays Autor: Martian25, Fuente: SexoSinTabues30

    ... bien chido, ¿verdad? –dijo en tono suave.
    
    –Empínate bien y para las nalguitas –ordenó.
    
    No tenía ni idea de lo que pasaría. José se volvió a recostar sobre mí, puso de nuevo su pene entre mis nalgas y comenzó a restregarlo contra mi culito. A tanto moverse, la punta del pene encontró mi hoyito y sin más, José empezó a empujarlo lentamente para que entrara. Fue metiéndose poco a poco causándome un poco de molestia.
    
    Mi yo “machito” protestó y quise pedirle que parara, pero mi yo “verdadero”, que ya se había convertido en una especie de adivino, me convenció que esperara. Conforme su pene entraba en mi cuerpo, la molestia disminuía y lo que empecé a sentir entonces fue algo tan increíblemente agradable que me provocó un ataque de risa.
    
    Mi yo “verdadero” ganó y me dispuse a disfrutar de la nueva experiencia, di un largo suspiro y cerré los ojos. No sé cómo se me ocurrió facilitarle la penetración a José, fue algo instintivo, creo, me empiné lo más que pude, separé mis nalgas con las manos y mi cuerpo hizo lo demás. Involuntariamente aflojé los músculos y el intruso me penetró por completo, eso me hizo gemir levemente, me sentía lleno, como si desde siempre mi hoyito hubiera necesitado ser invadido con algo.
    
    Con el pene de José entrando completamente hasta el fondo, el cosquilleo que me hacía sentir aumentó de intensidad especialmente en mi pene y en mis huevitos lo que me provocó que empezara a temblar. Oleadas de tibio calor recorrían mi cuerpo al mismo ritmo en el ...
    ... que José se movía dentro de mí, no quería que terminara.
    
    Hubiéramos seguido así por más tiempo, pero escuchamos que alguien llegaba y el pene de José abandonó bruscamente mi cuerpo.
    
    –Súbete la ropa ¡pronto! Y no digas nada –ordenó José.
    
    Lo noté tan nervioso que supuse que lo que habíamos hecho no lo debía saber su mamá, ni la mía. Salimos de la recámara justo cuando su mamá entró a la sala. Él le explicó para qué estaba yo ahí sin darle tiempo de que preguntara qué estábamos haciendo, lo bueno es que José alcanzó a esconder los dibujos que me había enseñado.
    
    Tomé las cosas que me encargaron y me fui. En el camino sentía todavía como si trajera el pene de José adentro, y mi propio pene seguía durísimo, mientras platicaba en voz baja conmigo mismo tratando de entender lo que había ocurrido y el porqué había sentido lo que sentí.
    
    La experiencia de ser penetrado por primera vez despertó en mí la idea de intentar tener un pene en mi culito otra vez. Desde entonces, mi yo “verdadero” se convirtió en mi cómplice, en una especie de consejero y “diablillo” que se encargaba de encontrar oportunidades o inventar pretextos para ir a la casa de José. Cualquier motivo era bueno, llevar un mensaje, traer algo, o hasta simplemente visitarlo. No se lo decía a José abiertamente, y no hacía falta, él sabía perfectamente que iba para que me “cochara”.
    
    Era común que José estuviera solo en las tardes ya que sus hermanos estaban en la escuela en el turno vespertino, su mamá cosía ...