1. Mi madre busca quedar embarazada, mi primo y yo le ayudamos


    Fecha: 24/09/2025, Categorías: Dominación / BDSM Incesto Intercambios Autor: lordlunatico, Fuente: SexoSinTabues30

    Me llamo Emilio, tenía 18 años y todavía vivía con mis padres en un departamento pequeño. Era uno de esos lugares donde las paredes apenas disimulaban las discusiones y los silencios incómodos. Mi papá, Ricardo, tenía 52 años y trabajaba como profesor en una universidad privada. Siempre fue un hombre reservado, algo seco, de esos que preferían resolver las cosas sin hablar mucho. Pero, en ese entonces, se veía más apagado… como si la rutina y el cansancio se le hubieran metido en los huesos.
    
    Mi mamá, Lorena, tiene 38 años. Es más joven que mi padre, su cuerpo es esbelto, con curvas bien definidas, sus ojos son café oscuro y siempre mantiene una postura erguida. Sus piernas son largas y torneadas, posee senos grandes y redondos con un trasero firme y tonificado. Su cabello es largo y oscuro, que a menudo lleva suelto o recogido. Aunque prefiere ropa cómoda para los días de casa, a veces se toma un poco más de tiempo para arreglarse con un toque de sensualidad, pero últimamente parecía estar apagada, opacada por las tensiones que había en casa.
    
    Una noche, mientras cenábamos, comenzaron a discutir. Al principio, era lo de siempre: que él no ayudaba en casa, que ella se sentía sola, que no hacían nada juntos. Pero de pronto, mi mamá soltó algo que me hizo bajar los ojos al plato.
    
    —¿Sabes qué es lo peor, Ricardo? Que ni siquiera puedo recordar la última vez que tuvimos intimidad. Y no me vengas con que estás cansado o que no es momento. Es tu edad, ¡lo sabes! Te estás ...
    ... apagando…
    
    Mi padre no respondió. Solo bajó la mirada y siguió comiendo en silencio. Yo quise desaparecer.
    
    A los pocos días, decidieron ir a ver a un terapeuta. Algo dentro de mí esperaba que esa fuera la señal de que querían arreglar las cosas. Los acompañé al centro de terapia, y mientras esperaba en la sala, escuché sin querer parte de la conversación. La puerta quedó apenas entreabierta.
    
    —A veces —decía la voz del terapeuta—, un nuevo hijo puede ayudar a reconstruir la conexión entre una pareja. Representa un nuevo propósito en común, un compromiso compartido…
    
    Mi mamá salió con los ojos vidriosos, como si esa idea se le hubiera clavado en alguna parte.
    
    Pero, al pasar los días, lo que pensaba que había mejorado, se complicó aún más. Los escuchaba discutiendo desde su habitación por las noches. Mi mamá, levantando la voz, decía:
    
    —Otra vez, Ricardo, no puedo creerlo. Así nunca vamos a poder tener un hijo.
    
    Mi padre, con tono cansado, le respondió:
    
    —¿Qué quieres, mujer? Lo intento, pero con toda tu presión no puedo.
    
    —Esto no puede continuar así, Ricardo. Mañana vas a ver a un doctor, pero debes poder —le dijo mi mamá en la última discusión que tuvieron.
    
    Ahora andaba distante y preocupado, con el temor de que mis padres se separaran, lo que me tenía en un estado de ansiedad constante. Mi primo Sergio, que tenía 20 años y siempre había sido más cercano a mí que los demás, lo notó y me preguntó qué me pasaba.
    
    —Emilio, ¿qué tienes? Te veo muy distraído ...
«1234...14»