1. El amor de mi esclava


    Fecha: 08/02/2019, Categorías: Grandes Series, Autor: charlygaucho, Fuente: CuentoRelatos

    ... mutua pasión. El cuello fue el puente que me unió a su cuerpo, ambos laterales fueron lengüeteados con suavidad y cariño, mientras mis manos avanzaban por los flancos de su pecho y mi rodilla giraba en pequeños círculos presionando su concha. Las acciones poseían el espléndido marco de sus quejidos, suspiros y un jadeo cada vez más profundo que inflaba su tórax y encendía mi fuego.
    
    Pero hoy, mi mejor arma inicial era mi boca. Mi lengua avanzó sobre sus senos y trazó círculos sobre sus areolas, mientras mis dedos acariciaban sus pezones que se habían transformado en pétreos tarugos que emergían de sus tetas como si quisiesen perforar el espacio. Mi lengua se dedicó a ellos. Claudia estaba concentrada en su propio placer y apoyaba sus palmas sobre mi cabello acompañando los movimientos de mi cabeza.
    
    Los jadeos eran cada vez más profundos e insistentes. Mis labios siguieron su derrotero descendiendo hacia el centro de todos los placeres. En el camino se detuvieron unos instantes para que mi lengua retozase en su ombligo, haciendo arquear su cuerpo para soportar las cosquillas. Pero mi destino era otro y hacia allí fui.
    
    Lentamente chupe su vientre, recorrí su centro y sus flancos, convergiendo hacia el pequeño montículo velloso que señalaba la ruta de la gloria. Seguí y llegué. Mi boca pudo apreciar ese húmedo y amargo sabor a hembra que destilaba su agujero delantero. La abrí todo lo que pude y quise abarcar la totalidad de su concha con mis labios. Chupé y sus labios ...
    ... secretos ingresaron dentro de los míos.
    
    Sin prisa, mi lengua emergió de su encierro y fue directamente en busca de su destino. Acomodé mi cuerpo entre sus piernas. Mis rodillas quedaron fuera de la cama pese a tratarse de un lecho enorme. Mis manos entreabrieron esa otra boca, la de su sexo. Con los codos hice que sus piernas se abriesen al máximo, arqueándose a la altura de sus rodillas. Mis dedos tomaron los labios mayores, los abrieron, enseñando el tesoro escondido de la fuente de su femenino néctar.
    
    La miré. Arriba, engrosado por la acumulación sanguínea su clítoris amenazaba con escaparse de su cárneo estuche. Debajo, sus labios menores, delicadamente trazados, custodiaban el ingreso al túnel de las dichas y los placeres. Lamí el valle existente entre los labios a ambos lados de su vagina. Abrí también éstos dejando expedito el acceso a su conducto. Aprisioné los pequeños labios entre los míos y mi lengua recorrió el valle central, deteniéndose en su devenir cuando alcanzó la entrada de su gruta. Allí salió disparada como un ariete imparable ingresando raudamente en aquella perforación que, más que húmeda, semejaba un río de flujo aceitoso. Ingresé profundamente con mi lengua, tan hondo como pude, degustando al mismo tiempo aquel delicioso sabor a fémina silvestre y salvaje.
    
    Sentí como su cuerpo se estremecía para agarrotarse, sus piernas se elevaron, sus muslos se entrecruzaron detrás de mi nuca, apretando mi cabeza como si quisiese ¬que la penetrase con ella. ...
«12...222324...74»