Ángel y Pedro
Fecha: 08/02/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: murgis, Fuente: CuentoRelatos
No sé cómo había sucedido todo. Pasé de estar mirando unos vaqueros en una tienda, y de pronto, no sé muy bien cómo, me vi metida en el probador con Ángel es el marido de una hermana de Juan. Debía haber estado esperando a que me metiera en los probadores para abalanzarse sobre mí, o algo por el estilo, le pregunte que hacía por allí y me dijo que había ido a por una batería para el coche, y al dar un paseo y que me vio y me siguió, he visto que Juan se ha quedado en el Bar esperándote y yo ya sabes lo sosa que es tu cuñada y estoy deseando echar un polvo y que mejor que con mi cuñada Amalia, no te parece? Sólo había tenido tiempo de quitarme mis antiguos vaqueros, entro detrás mía, sin yo darme cuenta, el sabia mis andanzas y que me gustaba más follar que comer y se plantó detrás de mí cogiéndome la tetas desde atrás.
¿Pero qué haces?, no te das cuenta de que esto es una locura?
Amalia, calla.
Para Ángel, no puedo. No ahora, no aquí…
Olvídate de todo un rato, vale?
Quítame las manos de ahí, por favor…
Estaba claro que conocía mis puntos débiles como nadie… ni siquiera Juan conseguía encenderme con tanta rapidez. Me abrazaba por detrás, y me sobaba las tetas por debajo de mi camisa de tirantes, aún por encima de mi sujetador. Era Agosto, y en el probador el calor era asfixiante.
Amalia, tienes un culo de muerte… y tus piernas, Dios, son perfectas…
No por favor, Ángel, no tengo tiempo. Juan me espera dentro de 10 minutos en la cafetería, por favor, ...
... no sigas…
Para ese entonces, ya Ángel tenía su mano izquierda sobre mi tanga, y mi resistencia cada vez era más inútil y más irreal… Dios, me estaba encendiendo como una loca, trataba de pensar, pero no me lo ponía fácil.
Dame tu mano Amalia…
No…
Shh… no tengas miedo. Toca, mira que duro me has puesto mi polla
Madre mía Ángel, déjame… ufff
Así Amalia… sabes cómo sobarle bien la polla a un tío, eh?
Sí, sabes que sí, pero por favor, tienes que irte. Deja que me pruebe estos vaqueros y que me vaya.
De eso nada… me prometiste que me dejarías follarte, serías mi puta, recuerdas?
Uff… para…
Recuerdas sí o no?
Sí, claro que sí.
Pues bien, quiero que seas mi puta. Y lo quiero aquí y ahora.
Mi boca seguía diciendo que parara, pero mi mano seguía masturbándole la polla sobre el pantalón, y yo cada vez me sentía más húmeda. Allí nos podía pillar cualquiera, además, ya estaba tardando mucho allí dentro. Me quedaba aún un mínimo de voluntad cuando Ángel introdujo su mano dentro del tanga y empezó a jugar con mi clítoris, a bajar y a subir los dedos por mis labios mayores, notando todo mi calor, toda mi humedad, pero sin meter un solo dedo…
Has visto lo húmeda que estás.
Eres un cabrón…
Lo sé. Me encanta sentirte así de húmeda. Quieres que te meta los dedos?
Esto es una locura…
Quieres que te los meta sí o no, puta?
Dios, sí, claro que sí…
Pues pídemelo. Quiero que ahora seas tú la que me lo pidas.
Méteme los dedos en el coño, ...