🔥 Sudor, Hormonas... y Marcos (2)
Fecha: 27/09/2025,
Categorías:
Gays
Autor: internauta, Fuente: TodoRelatos
... agarra de la nuca.
Huelo. El mundo me da vueltas. Es fuerte, tan fuerte que me lacera la garganta, y me dispara algo eléctrico en la entrepierna.
—¿Te pone, eh? —se burla Diego, en voz tan baja que sólo yo puedo oírlo—. ¿Te pone que huela a tío de verdad?
Niego con la cabeza, pero no me sale creíble. Me tiembla el cuello.
—¿Seguro? —dice, empujándome más contra su axila.
Trago saliva, con el olor llenándome los sentidos.
—Vas a tragarte esto —me amenaza—. Porque aquí, el que manda soy yo.
En ese momento, justo cuando me tiene así, se abre la puerta del vestuario y entra otro chico del gimnasio, uno moreno, jovencillo, con el pelo corto y la camiseta del club. Se queda clavado al ver el espectáculo: Diego con el sobaco en mi cara, Raúl y Samuel partiéndose de risa.
—Eh… perdón, ¿pasa algo? —pregunta el chaval, incómodo.
Diego reacciona al instante, suelta mi nuca y se gira con calma, fingiendo normalidad.
—Nada, colega, tranquilo. Estamos de coña —dice con una sonrisa cínica.
—Ah, vale —dice el chaval, confuso. Empieza a abrir su taquilla sin quitarme ojo, como pensando que estoy loco.
Diego se gira hacia Raúl, hablando en voz baja:
—Aquí no. Nos pueden joder el rollo.
Raúl asiente. Samuel se ríe y me empuja un poco, dándome un codazo en las costillas.
—¿Nos lo ...
... llevamos? —pregunta Samuel.
Diego asiente. Me señala con un dedo firme, sin dar opción a réplica:
—Tú, coge la mochila y vente.
Me quedo inmóvil, con el corazón a mil. El chico nuevo del vestuario nos mira raro, pero nadie dice nada más. Yo obedezco.
Recojo mis cosas con manos temblorosas, sin atreverme a mirar al chaval nuevo, que ya se está cambiando de camiseta con cara de no entender nada. Raúl y Samuel salen primero, y Diego me empuja para que camine detrás.
Salimos al pasillo, con el suelo frío bajo mis zapatillas, y Diego me guía con autoridad hasta una puerta blanca con un cristal esmerilado:Sala de Fisioterapia.
—Aquí sí que no nos molesta nadie —dice, y saca una llave de su llavero, sonriendo como un depredador—. Vas a aprender lo que es el respeto.
Me late el corazón en la garganta mientras Diego mete la llave en la cerradura y la gira con unclack.
Entran Raúl y Samuel detrás de mí, riéndose por lo bajo. Y yo, por un segundo, pienso en darme la vuelta y salir corriendo. Pero no puedo. Algo dentro de mí me clava al suelo, una mezcla de miedo y morbo que me domina.
Diego cierra la puerta con llave.
—Bueno, princesita —dice, volviéndose hacia mí con esa sonrisa cruel—. Aquí vamos a poder seguir tranquilos.
Me trago el nudo de la garganta. Me tiemblan las piernas.