1. En la fiesta de fin de año


    Fecha: 28/09/2025, Categorías: Hetero Autor: Sabrina, Fuente: CuentoRelatos

    ... dejando mis piernas abiertas. Su boca no se despegaba de mis tetas: chupaba, mamaba, mordía. Me estaba provocando un dolor muy rico en mis pezones. Sus manos bajaron de mi cintura a mis caderas y hasta mis muslos, subieron mi falda y con una rudeza que me sorprendió rompió mis tanguitas haciéndome dar un respingo.
    
    —¡Te dije que despacio! —Le dije un poco más asustada. Pero ya él no parecía tener vuelta atrás. Me miró y en sus ojos vi lujuria, pasión, desespero y frustración.
    
    —Me has vuelto loco durante toda la noche, no puedo contenerme.
    
    Mientras hablaba, su boca iba recorriendo mi estomago hasta llegar a mi chochita destapada que estaba a su merced. Se sorprendió cuando la vio depilada y brillante por todos los jugos que había derramado mientras lo estuve calentando. No sé porque me excita tanto calentar a un chico, y cuanto más imposible me parezca, más me excita. Es como aquel viejo cuento del cazador y la presa. Solo que ahora parecía que la tortilla se me estaba virando.
    
    Mi atacante, porque ya para este momento era claro que me atacaba, me tenía sujetada por las dos manos con una de las suyas. Con la otra, abría los labios exteriores de mi chochita para meter su lengua y empezar a moverla sobre mi clítoris. Yo no paraba de moverme y pedirle, rogarle que se calmara, pues me estaba asustando. Mis movimientos solo servían para excitarlo más. Como un desesperado me quitó lo que quedaba de mis tanguitas y me ató las manos, mis nervios iban en aumento por cada ...
    ... segundo que pasaba.
    
    El siguió chupando mi chochita, yo no recuerdo si lo estaba disfrutando o no, pues mi preocupación era más grande que cualquier otra cosa. De pronto vi que se incorporaba y se desabrochaba el pantalón. Se sacó su verga como de unos 8 pulgadas de largo y que me pareció enorme. Empecé a llorar. No quería perder mi virginidad así. Tanto tiempo cuidándome para que este pendejo borracho me desflore.
    
    Cerré los ojos esperando la investida, el dolor, pero pasaron los segundos y no llegaban. Abrí los ojos y vi al chico que me miraba con sorpresa, como despertando de un sueño.
    
    ―¿Te hice daño? —Me preguntó.
    
    ―No, pero si me has asustado mucho.
    
    ―Perdona, no sé lo que me ha pasado. —Él se veía apenado y no me quería mirar a los ojos.
    
    ―Yo quiero disfrutar contigo, pero no a la fuerza…
    
    Me agarró por las manos y me levantó de la mesa. Lo vi tan apenado, que me conmovió. Iba a empezar a desatarme las manos, pero se lo impedí.
    
    —No. déjalas así. Quiero tenerlas amarradas mientras te mamo tu verga.
    
    La cara que puso, no la puedo describir. Sin perder tiempo se recostó de la mesa. Yo me arrodillé a su lado mientras el agarraba su verga y la guiaba hacia mi boca. Usualmente me gusta hacerlo yo, porque me hace pensar que yo soy la que decido cuándo empezar a mamar, pero ahora, al tener las manos atadas, no tenía elección. Con la boca abierta esperaba ansiosa a que mi lengua tocara la punta de su verga y empezar a probar su líquido preseminal. Ya del miedo ni ...