1. El Lobo del Rancho


    Fecha: 04/10/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Birkin1990, Fuente: TodoRelatos

    ... caliente.
    
    —"Para que recuerdes…"— Su voz era áspera, como piedras arrastradas por un río subterráneo— "que todo lo que comes, todo lo que posees aquí… viene de lo que yo tomo."
    
    Gimena sintió el calor de su aliento en su cuello antes de oír el susurro final:
    
    —"En dos noches, cuando la luna esté alta… vendré por lo que es mío."— Una garra le rozó el bajo vientre, rasgando la tela de su vestido sin tocar la piel— "Tu flor… tus gritos… y hasta ese odio que te hace mojarme las manos ahora."
    
    Y entonces, como una pesadilla que se disuelve, desapareció. Solo quedó el chivo muerto… y el ardor entre las piernas de Gimena, tan violento que casi la dobló sobre los diarios abiertos de su madre.
    
    …
    
    El humo de la barbacoa se enroscaba en el aire crepuscular cuando Gimena observó a los peones devorando el chivo. Nadie preguntó. Nadie dudó. Era como si todos supieran que era un tributo aceptado, un anticipo de lo que vendría.
    
    Esa noche, en su cuarto con olor a leña quemada y carne grasosa, Gimena volvió a los diarios. Las páginas ahora le resultaban íntimas, como si su madre le susurrara al oído sus secretos más bajos:
    
    "El Nahual no solo me poseyó hoy. Me adoró. Pasó horas lamiendo cada cicatriz, cada estría, como si mi cuerpo fuera un altar. Cuando al fin me penetró, fue por detrás, mordiendo mi nuca mientras sus garras me inmovilizaban las muñecas. 'Eres mía', gruñó. Y Dios me perdoné… lo creí."
    
    Gimena cerró los ojos, imaginando garras donde ahora tenía dedos. ...
    ... Su propia mano resbaló bajo el camisón, encontrando el mismo calor que su madre describía. La luna filtraba su luz enfermiza entre las cortinas mientras Gimena, tumbada boca abajo en la cama de su madre, leía el pasaje más vergonzoso:
    
    "70 años y aún siento sus colmillos en mi nuca. Mis caderas ya no tienen carne, pero él no parece importarle. Hoy me rompió por atrás como la primera vez, lamiendo mis lágrimas mientras me estiraba con esos nudos bestiales. No sangre, pero el dolor... ay, el dolor se convierte en algo dulce que me llena."
    
    Gimena gimió, empapando las sábanas. Un dedo entró en su trasero con torpeza, imitando lo que imaginaba: la verga anudada del Nahual abriendo a su madre anciana.
    
    —"Puta vieja..." —murmuró, pero su cuerpo ardía.
    
    El cansancio venció a Gimena antes que la vergüenza. Cayó sobre el lecho con los dedos manchados de sí misma, los diarios abiertos a un lado y entonces, soñó.
    
    Su madre estaba allí—pero joven, con un camisón transparente que se pegaba a sus pechos erectos, el tejido oscurecido entre sus piernas. No habló. Solo sonrió, tomó la mano de Gimena y la guio hacia el establo, dentro, el Nahual esperaba.
    
    No era la bestia de las páginas. Era algo peor—mejor—un dios de músculos oscuros y ojos que ardían como brasas.
    
    —"Mírame, hija", susurró su madre mientras el ser la empujaba contra el heno. Gimena vio todo:
    
    Las garras enroscándose en los muslos marchitos de su madre. La lengua negra lamiendo arrugas como si fueran seda. El ...
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