Dos gemelos culones para una sola polla
Fecha: 05/10/2025,
Categorías:
Gays
Incesto
Intercambios
Autor: Gabito180, Fuente: SexoSinTabues30
Este es un relato NO es mío, es uno un lector que me dio permiso para publicar, es 100% real.
Mi nombre es Rey, soy de Puerto Rico, tengo cabello negro y desde chamaquito crecí en el campo, obtuve una piel bronceada y un cuerpo esbelto, pero con brazos anchos desde la adolescencia que se forjó a punta de trabajo bajo el sol, no en un gym de ciudad. Actualmente, tengo 21 años, pero esto pasó cuando yo tenía 14.
Todo comenzó cuando uno de mis primos mayores se volvió a casar y su nueva mujer tenía dos hijos de 11 años, preciosos. Alejandro y Santiago eran gemelos, de piel blanca y rubios de ojos verdes, pero la cereza del pastel eran sus culos regordetes dado a que practicaban béisbol en ligas menores.
La vida en el campo es tranquila dado a que todos se conocen, los vecinos confían en que sus hijos anden libres y solos por la comunidad sin importarles dónde estén, cuánto tarden y con quién. Bajo esa tranquilidad, se escondía un mundo de perversiones con niños y niñas cogiendo en fincas o en establos.
Gracias a eso, para mis 14 años ya me había bajado los pantalones con varios niños menores o de mi edad dejando sus culitos y vaginas llenos de leche, pero nada como Ale y Santi, que eran la cúspide de la belleza infantil, los primeros rubios en llegar al barrio y por ello necesitaba agregarlos a mi lista de culitos preñados.
La tensión aumentó un día cuando mi primo y su esposa me pidieron amablemente que llevara a los gemelos al río que había cerca de donde ...
... vivíamos para que se integraran con los demás niños y yo de una lo vi como la excusa perfecta, ya saben: traje de baño bajitos, sin camisa, culitos destapados. Ellos tímidos, pero cooperando. Dije que sí de una y me los llevé al río a que se diviertan un rato.
Yo llevaba puesto mi traje de baño azul oscuro que me llegaba a las rodillas, pero era muy ligero y además no llevaba playera, pues no me avergonzaba mostrar el físico que me regaló el trabajo duro. Santi llevaba una playera azul lisa y Ale una blanca con estampado.
– Ahorita venimos, vamos a cambiarnos. -dijo Santi con su mochilita en mano-.
– Nah, cámbiense aquí, si estamos entre varones. -contesté. Era obvio que quería echarles el ojo.
– Eso mismo le dije a Santi, pero el pendejo le da vergüenza. -agregó Ale, quitándose la camisa, mostrando su cuerpecito delgado y ya con señas de marcarse por el deporte-.
– Ta bueno, pero apúrense. -agregué mirando cómo se iban detrás de una roca, que justo cubría sus cuerpitos.
En eso llegó mi otro primo, Diego. Era un año mayor que yo, cabello castaño, cuerpo con abdominales definidos y siempre se le marcaba un bulto debajo de su shorts.
Diego y yo compartíamos muchas cosas, rivalidades por la comparación de nuestras madres, pero también nuestra perversión por los niños. Cuando íbamos creciendo solíamos cogernos o turnarnos para coger a los niños del barrio, de ahí otra rivalidad: competir por quién dejaba preñados primero los culitos de los niños.
Diego iba con ...