1. Martes de iniciación


    Fecha: 05/10/2025, Categorías: Gays Autor: nonoyrocio, Fuente: TodoRelatos

    Capítulo: Martes de Iniciación
    
    Siempre me habían gustado los dos palos. Desde joven, el cuerpo de una mujer podía volverme loco, pero también había algo en algunos hombres —en su fuerza, en su olor, en esa seguridad con la que te miran cuando saben lo que quieren— que me despertaba algo más oscuro, más visceral. Eso sí, siempre había llevado la voz cantante. Activo. Dominante. El que marca el ritmo. El que empotra.
    
    Pero últimamente algo se removía dentro de mí.
    
    Quizás era la edad. Quizás esa mezcla de curiosidad y morbo que se acumula cuando uno ha probado mucho... pero no todo. Me sorprendí más de una noche viendo vídeos donde chicos jóvenes y descarados empotraban a maduros fuertes como yo. No eran escenas suaves. Eran brutas, animales. Y me ponía a mil. Me imaginaba ahí. Sudado. Rendido. Con la respiración entrecortada y las piernas temblando mientras un veinteañero me llenaba entero sin dejarme escapar.
    
    Y eso me hizo pensar.
    
    ¿Qué pasaría si soltara el control? ¿Si dejara de ser el que impone y probara a ser el que se entrega?
    
    Así que me metí en internet. Curioseé foros. Vi que el martes por la tarde, a partir de las 4, era temática “Chicos jóvenes y admiradores” en una sauna bastante conocida, con buena reputación y sin demasiada mirada juzgadora. Parecía el momento perfecto.
    
    Y sin darle más vueltas, ese martes, después de comer ligero, me duché, me perfumé como si fuera a una cita importante, y conduje hasta allí con el corazón latiendo como un ...
    ... tambor bajo la camiseta.
    
    Me preguntaba si alguien sabría lo que venía a buscar.
    
    O si, quizás… ya me estaban esperando.
    
    El cartel en la entrada era discreto, casi como si pidiera permiso por existir. “Oasis Men’s Club”. Ventanas polarizadas. Timbre a la derecha. Pulsé. Un pitido seco, y la puerta se destrabó con un clic.
    
    Un pasillo alfombrado, olor a incienso mezclado con algo más… algo húmedo, masculino, penetrante. Como si las paredes respiraran deseo. Una recepcionista de unos treinta, pelo corto y sonrisa profesional, me recibió con una toalla y una llave para la taquilla. Su mirada recorrió mi pecho apretado por la camiseta como quien evalúa una presa interesante, y su voz fue clara pero con una cadencia lenta, casi lasciva:
    
    —Hoy es día de admiradores… y tú vas a dar que hablar, cariño. Vestuario al fondo.
    
    Sus ojos me desnudaban antes de que yo pudiera hacerlo. Me dirigí al vestuario sintiendo la sangre golpeando en mis sienes. Y más abajo también. El corazón. El rabo. Todo empezaba a despertar.
    
    Me quité la ropa despacio, observando mi cuerpo reflejado en el espejo. Fuerte. Maduro. Con esa mezcla entre lo trabajado y lo vivido. Me até la toalla a la cintura. No muy ajustada. Quería provocar. Quería que me vieran.
    
    El pasillo hacia la zona húmeda era un túnel de susurros, luces rojas, vapor que salía como exhalaciones de un monstruo invisible. El suelo cálido bajo los pies, los gemidos apagados, las respiraciones entrecortadas tras alguna puerta.
    
    Lo ...
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