1. Martes de iniciación


    Fecha: 05/10/2025, Categorías: Gays Autor: nonoyrocio, Fuente: TodoRelatos

    ... Estaba siendo devorado. Un chico me llenaba por detrás con embestidas largas, profundas, feroces. Otro, frente a mí, me sujetaba la cabeza mientras deslizaba su polla húmeda entre mis labios abiertos. Me tenía de las caderas, me embestía sin tregua, como si supiera exactamente dónde tocar para hacerme gemir desde lo más hondo.
    
    Nunca había sentido tanto. Tanto calor. Tanto cuerpo. Tanto abandono.
    
    La mezcla era brutal: por detrás, ese chico joven, fuerte, apretándome con un ritmo firme, jadeando contra mi cuello, sus dedos aferrando mis caderas como si fuera suyo desde siempre. Por delante, el otro me usaba la boca sin pudor, murmurando cosas sucias mientras notaba cómo mis labios se amoldaban a su forma. Me la metía hasta el fondo, y yo no retrocedía. No quería hacerlo. Quería más.
    
    —Míralo… —susurró uno detrás de mí—. Un madurito empotrador convertido en juguete.
    
    —Siempre he querido follarme a uno como tú —me dijo el que me la daba en la boca—. Verte así me pone tan duro…
    
    Estaba atrapado en medio de ese placer compartido, abierto, salvaje. No era una violación, no era dominación sin permiso. Era entrega. Era deseo llevado al límite. Y yo lo había buscado.
    
    Uno de los chicos se apartó. El que me embestía desde atrás. Me dio una palmada en el culo, fuerte, y luego una más suave, como acariciándome.
    
    —Necesitas algo más duro —dijo con una sonrisa ladeada—. Voy a por un arnés.
    
    Me quedé en esa posición, aún jadeando. El otro seguía acariciando mi cara con ...
    ... la punta de su rabo. Yo lo lamía despacio, como saboreando lo prohibido. Cerré los ojos. Sentía el temblor del suelo con cada paso. El cuarto oscuro se llenó de murmullos. Había más chicos observando. Uno me acarició la espalda, otro me besó la nuca. Estaba rodeado. Deseado. Ofrecido.
    
    El chico volvió. No traía un arnés. Traía a otro. Más alto. Más bestia. Una bestia joven con el torso desnudo, musculado, tatuado, que me miró como si supiera exactamente lo que iba a hacer conmigo. Se lamió los labios. Se bajó los pantalones. Su rabo era más grueso. Más largo. Más intenso.
    
    No respondí. Solo arqueé la espalda. El “sí” estaba en mi respiración.
    
    Me agarró por las caderas. Me la metió de una. Grité. El otro volvió a poner su rabo en mi boca y me sujetó la cabeza. Ahora sí, estaba completamente atrapado. Follado. Amordazado con placer.
    
    La nueva embestida era diferente. Era brutal. Cada golpe era un latigazo de fuego. Pero no de dolor. De una lujuria desatada. Mi próstata ardía, mi cuerpo entero temblaba, mi polla estaba más dura que nunca… pero no me corría. No quería hacerlo. Quería aguantar. Sentirlo todo.
    
    Me daban por turnos. Me giraban. Me hacían agacharme, levantarme, arrodillarme. Uno me folló contra la pared. Otro me hizo sentarme sobre él mientras otro me cogía la boca. Era un tren de carne, de jadeos, de cuerpos entrelazados.
    
    Uno de ellos me agarró por detrás del cuello y me susurró:
    
    —Mírate… todo un hombre hecho y derecho… y ahora solo eres un agujero ...
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