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Martes de iniciación
Fecha: 05/10/2025, Categorías: Gays Autor: nonoyrocio, Fuente: TodoRelatos
... usado. Pasaron segundos. Quizá minutos. Entonces… apareció. Una verga gruesa, venosa, se deslizó con suavidad por el agujero. Lenta, firme, jugosa. La miré como si fuera sagrada. Como si el universo entero se hubiera estrechado hasta ese único punto. Saqué la lengua. La acaricié. Sentí el sabor de la anticipación. Y luego, sin dudarlo… me la tragué entera. La garganta se me abrió. El rabo me golpeó profundo. Escuché el jadeo del otro lado. Seguí. Me agarré la base, la meneé, la devoré con ansia. Cada embestida me hacía más duro, más necesitado. Saliva chorreaba de mi boca, me corría por la barbilla. No me importaba. Entonces, sin aviso, llegaron más. Cuatro. Se colocaron a mi lado. Otros hombres. Otras bocas. Otras lenguas entregadas al placer ajeno. En cada agujero, una polla. En cada rodilla, un deseo. Era un coro de gemidos, de succión, de cuerpos rindiéndose. Una de las verga quedó libre. Nadie la atendía. Yo, sin pensarlo, la tomé con la mano. La empecé a pajear con ritmo sucio, mientras seguía mamando la que tenía en la boca. Alternaba. Un poco de lengua. Un poco de mano. Un poco de garganta. Era un maestro de ceremonias del sexo anónimo. Una, dos, tres voces del otro lado se quebraban de placer. Y entonces sucedió. Explotaron. Uno me llenó la boca con un chorro caliente que me obligó a tragar sin pausa. Otro disparó en mi cara a través del agujero, goteando por mi mejilla y labios. El que pajeaba se ...
... vino sobre mi mano, untándome los dedos como si fueran pinceles en un lienzo sucio. El cuarto apenas gimió, pero sentí cómo su semen brotaba lento y espeso contra mi lengua. Me quedé ahí, en el suelo, cubierto otra vez, con los labios brillantes, la piel marcada, el alma rendida. Y no me había corrido aún. Seguía al borde. Al límite. Hambriento. Me quedé arrodillado, jadeando, con los labios aún brillantes y la garganta tibia del semen que me acababan de regalar. No me había movido del todo. El olor a sudor y sexo flotaba espeso en el aire. El murmullo de cuerpos empujando al otro lado del muro, el vaivén rítmico de las pollas entrando y saliendo, llenaba mis oídos como una sinfonía lúbrica. Sentía las gotas secándose sobre mi piel. Algunas resbalaban por mi cuello, bajando lentamente hasta el pecho. Mi verga seguía palpitando entre mis muslos, dura, intransigente, pero aún contenida. No quería correrme. No aún. Quería seguir así. Quería más. Me quedé allí, como un perro fiel, esperando. Como si mi presencia llamara al siguiente. Y no tardó. Otro rabo apareció por el agujero. Este era más grueso, más oscuro, con la punta roja y brillante de deseo. Sin pensarlo, abrí la boca y me lo metí hasta donde pude. Gemí con la polla dentro, sintiendo cómo la cabeza se alojaba en mi garganta. Al poco rato, otra verga emergió por otro agujero a mi derecha. Y luego otra. Y otra. Cuatro rabos delante de mí. Todos duros. Todos para mí. Me movía ...