1. Habitación con vistas III - Chueca


    Fecha: 08/10/2025, Categorías: Hetero Autor: ginecoloc0, Fuente: TodoRelatos

    ... succionador, y Liv se arqueó. Su respiración se volvió agitada. El calor entre sus piernas crecía, el gemido contenido de Clara la atravesaba como un latigazo de deseo, imaginó estar allí mirando cómo era penetrada, como ese hombre poseía ese hermoso cuerpo, o mejor aún, entre ellos, siendo tocada por ella.
    
    Era inevitable el final, no tardó mucho, el orgasmo la alcanzó como una ola eléctrica, un gemido bajo, dulce, largo, todos sus músculos tensos, las piernas abiertas, el pecho agitado, y un par de lágrimas suaves, sin razón, pero por la intensidad del momento no podía creer que podía sentir cosas tan deliciosas sin que la penetraran, había cruzado una frontera invisible. Y ya no quería volver atrás.
    
    Rápidamente pasaban los días, cada uno en su rutina y responsabilidades, era sábado, Liv no tenía que ir a la universidad, la tarde caía despacio sobre Madrid, afuera el sol dibujaba sombras largas sobre los balcones del barrio de Salamanca, mientras el calor empezaba a dar tregua y una brisa suave se colaba por las ventanas abiertas en el piso, todo parecía en silencio.
    
    Clara había salido temprano a una exposición privada en Lavapiés. Héctor, según le dijo esa mañana, tenía una reunión con un artista extranjero y no volvería hasta la noche, acababa de terminar de ordenar su ropa, había regado las plantas del pequeño balcón, y luego, simplemente… se dejó caer sobre la cama, miraba por la ventana, esa que le daba esas vistas inigualables.
    
    Aquel silencio, aquel calor ...
    ... lento, la envolvió como una sábana invisible, se quitó el vestido ligero que llevaba y se quedó en ropa interior. Una braguita de algodón blanca, simple, y un sujetador deportivo, bastaron solo un par de minutos para que este par de prendas también desaparecieran de ese hermoso cuerpo, la brisa tibia que entraba por la ventana le acariciaba el vientre y los muslos mientras estaba tumbada boca arriba, las piernas abiertas sobre las sábanas, su cuerpo vibraba con una necesidad que ya no podía esconder ni de sí misma, cada noche, desde hacía una semana, buscaba la oscuridad y los gemidos ajenos para dejarse ir, pero esa tarde, con la casa en calma, sin la presión del horario ni la culpa de ser descubierta, algo dentro de ella pedía salir, abrió el cajón de la mesita y sacó la pequeña caja negra, ya sabía el camino, coloco el Sona entre sus piernas con delicadeza, sin encenderlo aún, solo dejándolo posarse, como una promesa, cerró los ojos, se acomodó lentamente y luego simplemente se entregó.
    
    Cuando pulsó el botón, una vibración suave le recorrió la espalda como si alguien la hubiese tocado de verdad, las ondas sónicas parecían buscar su núcleo más íntimo, sin rozarla directamente, como una lengua invisible que la acariciaba desde dentro.
    
    Y comenzó con sus gemidos, suaves al principio, entre dientes. El cuerpo se le arqueó despacio. las manos y piernas temblaban sobre el colchón, los muslos abiertos, tensos, la respiración, entrecortada.
    
    —Mmm… ah… sí…
    
    El sonido crecía ...