1. Descubriendo el taboo con mis padres


    Fecha: 10/10/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Incesto Intercambios Autor: Papillo1980, Fuente: SexoSinTabues30

    ... acercó, su pene ya de nuevo duro. Ella se lo mostró, su cara roja de la vergüenza.
    
    «¿Puedo tocarla?», preguntó Juan.
    
    Ana asintió, su corazón latiendo salvajemente en su pecho.
    
    Con cuidado, Juan metió sus dedos en la abertura húmeda de su mamá. Ella gimió, sus piernas temblando.
    
    «Mamá, ¿qué es este?» Juan tocó suavemente el clítoris de Ana, que respondió con un jadeo ahogado.
    
    «Eso es… un… un botón que… que a las chicas les gusta que se les toque», dijo Ana, luchando por mantener la compostura.
    
    «¿Y si meto mi dedo?» Juan se atrevió a insertar su dedo en la vagina de su mamá, la curiosidad en sus ojos.
    
    «Sí, puedes… puedes… solo un poquito, cariño», murmuró Ana, su aliento entrecortado.
    
    Más allá de la puerta, Carlos se encontraba en la sombra, escuchando la escena que se desplegaba. Su propia excitación era evidente, su respiración pesada y su pene duro en la mano.
    
    Ana se recostó en la cama, permitiéndole a Juan explorar su interior. Su propio deseo la superaba, y la culpa se desvanecía lentamente, reemplazada por la sensación de que este era un ciclo natural que debía cumplir.
    
    «¿Cómo se siente, mamá?» Juan jadeó, su dedo moviéndose en círculos.
    
    «Se… se siente… bueno, Juan. Muy… bueno.» Ana no podía creer que estuviera permitiéndole a su propio hijo tocarla de aquella manera.
    
    Pero la curiosidad de Juan no se detenía ahí. «¿Puedo intentar… intentar con mi pene?»
    
    Ana se detuvo, sus ojos abriéndose de par en par. «¿Quieres… ...
    ... metérmelo?»
    
    «Sí, mamá. Quiero… quiero saber.»
    
    Con la mirada de su marido en la mente, Ana vaciló. «Pero, Juan, eso no… no es correcto.»
    
    Pero la tentación era demasiada. Con cuidado, la guio a su pene erecto, que se enfriaba por la emoción. «Por favor, mamá. Solo una vez. Solo para saber.»
    
    Ella suspiró, su propia voluntad cediendo. «Bien, cariño. Solo una vez. Y solo un poquito.»
    
    Juan se acercó a la vagina de su mamá, la punta de su pene tocando suavemente sus labios. Con la ayuda de su dedo, la introdujo lentamente. Ana jadeó, su rostro contorsionado por la combinación de placer y miedo.
    
    «¿Te duele, mamá?», preguntó Juan, deteniéndose.
    
    «No, no duele. Sigue, Juan, sigue…»
    
    El chico empujó un poquito más, llenando a su mamá con su miembro viril. Ana se estremeció, su marido acercándose a la puerta, la excitación en su cara.
    
    «Mamá», dijo Juan, notando el silencio en la habitación. «¿Estás segura?»
    
    «Sí, Juan. Sigue.»
    
    Con la aprobación de su esposo en silencio, Juan empezó a moverse lentamente, empujando su pene en la vagina de su mamá. Ella lo rodeó con sus piernas, sus uñas hundiéndose en la espalda de su propio hijo.
    
    El sonido de la respiración agitada y los suaves gemidos llenaron la habitación, la realidad de la situación desvaneciéndose ante la ola de placer que se apoderó de los tres.
    
    Y así, en la penumbra de la habitación, la inocencia de Juan se desvaneció, dando paso a un despertar sexual que marcaría la vida de la familia para siempre.
    
    «Mamá, me ...
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