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        Descubriendo el taboo con mis padres
 Fecha: 10/10/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Incesto Intercambios Autor: Papillo1980, Fuente: SexoSinTabues30
 ... gusta», susurró Juan, empujando aún más su pene adentro de la vagina de su mamá. Su inexperiencia se hacía evidente, cada movimiento torpe, cada pausa llenando el aire con la tensión de lo prohibido. Ana cerró los ojos, sus manos aferradas a la sábana. No podía creer que estuviera permitiéndole a su propio hijo follarla, que su marido lo estuviera observando, inclinando la balanza de la moral en un acto de incesto que jamás hubieran imaginado. «Sigue, Juan, hazlo», dijo Ana, su propia excitación superando su incredulidad. «Hazlo duro.» Su marido, Carlos, se acercó a la cama, su pene duro en la mano, observando a su esposa y a su propio descendiente en el acto. La escena lo emocionaba; la idea de que su propia progenie se acercara a la edad adulta de la forma más tabú lo hacía sentir extrañamente orgulloso y excitado. «¿Te gusta, cariño?», preguntó Carlos, su aliento caliente en el oído de Ana. «¿Te gusta que nuestro niño te folle?» Ana no pudo contestar, su boca abierta en un grito silencioso, su respiración jadeando en la almohada. Juan, cada vez más seguro de sus movimientos, empezó a follar a su mamá con la pasión de un joven deseando aprender. Con cada embestida, el placer de Ana se intensificaba. Ella sabía que no debía disfrutarlo, que era incorrecto, que su matrimonio podía arder en llamas por este desliz, y sin embargo, su propio deseo la traicionaba, empapando la cama con su humedad. Mirando a su esposo, supo que la situación se le escapaba de ... ... las manos. Carlos la miraba con hambre en sus ojos, su pene en la mano, el deseo de unirse a la intimidad que supuestamente solo debería ser de la pareja. «Ana», susurró Carlos, «¿Te gustaría que yo me uniera?» Ella lo miró, la duda luchando contra la pasión que ardía en sus entrañas. «¿De verdad?» Con un asentimiento, Carlos se acercó a la cama. «Sí», dijo, su aliento cargado de excitación. «Deja que te muestre lo que realmente siento.» Ana se sentó, permitiéndole a su marido acercarse. Juan, ahora en la cima del deseo, la miraba, confundido, excitado. Carlos le sonrió, tomando la base del pene de Juan en su propia mano. «Eso es, cariño», dijo, guiando a Juan en la penetración. «Folla a tu mamá.» Con la guía de su papá, Juan continuó, sus caderas chocando contra las de su mamá, la habitación llenando con el sonido de la carne contra la carne. Ana no pudo contenerse; la sensación de su pene en la vagina la hacía sentir sucia y, a la vez, increíblemente deseada. «Ana», murmuró Carlos, «¿quieres que lo hagamos todos?» Sin responder, Ana se acostó boca abajo, ofreciendo su culo a su marido, su vagina ya receptáculo del deseo de su propio hijo. Juan se detuvo, su rostro enrojecido. «¿Papá?» «Sigue, Juan», dijo Carlos, «Mamá quiere que tú y yo la follemos al mismo tiempo. Es nuestro secreto, nuestro espejo de la vida.» Juan se acercó a la cama, su pene aún duro, su corazón latiendo con la emoción de lo que sucedería a continuación. Ana se puso en ...