1. Descubriendo el taboo con mis padres


    Fecha: 10/10/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Incesto Intercambios Autor: Papillo1980, Fuente: SexoSinTabues30

    ... la habitación cayó en un silencio tenso. Los tres se miraron, la realidad de lo que acababan de compartir asentándose en sus mentes.
    
    «¿Estás… estás bien?», preguntó Juan, con la preocupación en su rostro.
    
    Ana, jadeando, asintió lentamente. «Sí, cariño, estoy… estoy bien.»
    
    Carlos se apartó de su esposa, su pene ahora flojo. «Lo siento, Ana», dijo, «pero no pude resistirme».
    
    Ana se volvió a sentar, su rostro lleno de emociones contradictorias. «Yo… yo tampoco pude.»
    
    «¿Ves, Juan?», dijo Carlos, sonriendo. «Esto es lo que sienten las personas mayores.»
    
    Juan se sentó a un costado, la confusión en sus ojos. «Pero… no deberíamos… no debería…»
    
    «Sshh», le dijo su mamá, acariciando su mejilla. «Esto es nuestro secreto, cariño. Solo nuestro.»
    
    Con la promesa del silencio, la vida de la familia tomó un giro inesperado. El deseo reprimido que alguna vez fue tabú, ahora se enfrentaba a la luz, listo para ser explorado de una manera que jamás hubieran imaginado.
    
    Y a medida que los tres se vistieron y volvían a la normalidad, la sombra del incesto se deslizaba por las paredes; la noche ahora se sentía cargada de un secreto que solo podrían compartir. Ana se lavó la cara, intentando deshacerse del sabor de la culpa que se pegaba a su boca. Mientras se miraba en el espejo, no podía evitar sentir la humillación de lo que había permitido que sucediera. Sin embargo, la excitación que la inundó fue incontrolable.
    
    Juan se sentó en su cama, la mente en un ciclón de ...
    ... emociones. Había experimentado un placer que no podía describir con palabras, y la imagen de su mamá, desnuda y enardecida, se arraigó en su memoria. Se prometió que no hablaría de ello, que no traicionaría la confianza que su papá y mamá le habían dado.
    
    Carlos se sentó en la silla; la miraba a su esposa reflexionando. La vena de su cuello latía con la intensidad del deseo satisfecho. Se sentía extrañamente lleno de vida; la transgresión parecía revitalizarlo. «Ana, mi amor, no debes sentirte mal», susurró, «Esto nos acercó».
    
    Ana se volvió para enfrentarlo, las lágrimas en sus ojos. «Pero, Carlos, eso no es normal. Nuestro propio hijo… eso es incesto.»
    
    Carlos la tomó de la cintura, acercando su rostro al de ella. «Normal o no, es nuestro secreto. Lo que pasó fue hermoso, no deberíamos arruinarlo con prejuicios.»
    
    Esa noche, la cena fue tensa. Juan comió en silencio, saboreando cada mordisco con la conciencia de lo que ocurría. Ana y Carlos intercambiaban miradas furtivas, sabiendo que la vida ya no sería la que alguna vez fue.
    
    A la mañana siguiente, la rutina se reanudó. Juan fue a la escuela, y Ana se encargó de las tareas domésticas. Sin embargo, la tensión sexual no se desvaneció. Ella se detuvo en el pasillo, recordando la sensación de la boca de Juan en su vagina, la presión de Carlos en su culo. Ella no podía evitar que la excitación creciera en su interior, humedeciéndola de un deseo que ya no podía ignorar.
    
    Cuando Juan volvió a casa del colegio, la ...
«1...3456»