1. Minerva es el erotismo tabú puesto al desnudo (5)


    Fecha: 10/10/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Mesalino, Fuente: CuentoRelatos

    ... la roca plana. Entonces, el negro tumbó a Minerva bocarriba, con el culo en el borde de la roca, y le abrió las piernas. Mordiéndose un lado de su mullido labio inferior, la chica observó cómo el negro tomó su pene con una mano, se lo encajó entre los labios vaginales y lo resbaló dentro de ella. Ambos exhalaron un profundo gemido.
    
    Tras unos segundos, empezó a follarla, pero sin metérsela toda, como dando tiempo a que las carnes de la chica se acostumbraran al tamaño de ese leño marrón oscuro.
    
    —Dame más duro. No te cortes —jadeó ella.
    
    —¿Y si te duele?
    
    —No me importa —dijo a la vez que ella misma se llevaba sus muslos hacia atrás hasta apoyarlos sobre la superficie de la roca, a cada lado del cuerpo, y a continuación, con la ayuda de las manos, llevaba los pies hasta cruzarlos tras su nuca—. ¡Has que me duela!, si te apetece.
    
    Los tres chicos se miraron boquiabiertos, sin dar crédito al grado de elasticidad que tenía esa chica.
    
    —¡La leche!
    
    —¿Pe-pero qué narices!
    
    —¡Qué cojones! ¿Cómo has hecho, eso? —dijo el negro, a la vez que empezaba a follarla de nuevo, ensartándole la polla hasta hacer chocar sus testículos a gran velocidad contra el ano de la joven.
    
    —Eso es, ¡así! Ábreme el coño, estíramelo con tu pollón.
    
    Los angelicales gemidos de Minerva iban llenando cada espacio del idílico paraje.
    
    —¡Búa, Minerva!, ¡eres lo puto mejor! Es como follarse a alguien sin piernas.
    
    Los otros chicos, quienes sonreían deleitándose con el espectáculo sexual, ...
    ... aprovecharon el frenesí del folleteo para acercarse gradualmente, hasta el punto en el que, de una manera descarada, estaban masturbándose a la altura de la cara de Minerva; tan cerca de su boca entreabierta y jadeante, que parecían a punto de meterle sus penes en la boca; tan cerca que, si ella hubiese estirado su elongada lengua, podría habérselas lamido. La joven no luchó contra el atrevimiento de esos chicos; pues parecía tener suficiente lucha intentando no desmayarse del placer que le estaba dando el basquetbolista.
    
    De repente, Minerva dejó de gemir y giró la cabeza hacia el arbusto de boj donde Nicolau Prats se escondía. Se quedó mirando fijamente hacia allí, con el ceño fruncido, como intrigada, mientras su cabeza se zarandeaba rítmicamente por las impetuosas penetraciones a las que estaba siendo sometida. Nicolau interrumpió su masturbación y contuvo el aliento. El tiempo pareció entrar en modo ralentizado, y tuvo la sensación de que el rostro de Minerva se acercó a él, como si hubieran usado el zum de una lente fotográfica. «Es imposible que me esté viendo», pensó, pues confiaba en que el arbusto y la oscuridad del bosque a su espalda lo ocultaban.
    
    Tras varios segundos, Minerva empezó a gemir de nuevo mientras seguía mirando fijamente hacia el arbusto. No dejó de mirar hacia allí hasta el momento en que estiró su cuello hacia atrás, y mirando al cielo, exhaló un largo y adorable quejido que resonó en todo el paraje, tras el cual quedó desmadejada sobre la roca. ...