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Un Viaje de Placer - FIN
Fecha: 12/10/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Sol Molinari, Fuente: TodoRelatos
El cuerpo de Laura aún temblaba levemente mientras caminaba hacia la cocina, las piernas inestables, la ropa interior todavía corrida a un lado y pegada a su piel húmeda. Cada paso le recordaba la firmeza con la que Rubén la había poseído, cómo sus manos habían marcado su cintura, cómo la mesa había golpeteado contra la pared con cada embestida. Llenó la pava con manos que apenas habían dejado de temblar y la puso al fuego, el agua comenzando a silbar suavemente. Mientras esperaba, se limpió discretamente entre las piernas con un pañuelo, sintiendo el líquido cálido de él mezclado con el de ella. Rubén, ahora reclinado en el sofá con la camisa desabrochada, la observaba con ojos oscuros y satisfechos. —No te vistas —dijo simplemente cuando ella miró hacia su vestido en el suelo—. Así estás perfecta. Laura asintió, sin protestar. Había algo en su tono, en esa autoridad que no admitía discusión, que la hacía sentir extrañamente cómoda en su desnudez parcial. Con el torso aún cubierto solo por el sostén de encaje negro y las medias enrolladas en sus muslos, preparó los mates con movimientos cuidadosos, vertiendo la yerba, colocando la bombilla, probando la temperatura del agua antes de servir. Cuando estuvo lista, caminó hacia él con la calabaza y el termo en mano. Rubén le indicó con un gesto que se sentara en su regazo, y ella obedeció, acomodándose sobre sus muslos robustos. Él rodeó su cintura con un brazo mientras con la otra mano tomó el mate, chupando ...
... el primer sorbo con un sonido satisfecho. —Bien hecha —murmuró, pasándole el mate a ella. Laura bebió, sintiendo el calor de la infusión mezclarse con el de su cuerpo. El contraste entre la intimidad de este momento y lo salvaje de lo que acababan de hacer la tenía mareada. —¿Tus hijos…? —preguntó finalmente, curiosa pero con cuidado, como si no quisiera romper el hechizo. Rubén no pareció molesto. —Tres —respondió, acariciando su costado con el pulgar—. Dos varones y una mujer. La mayor tiene… veintidós, como vos. Ella sintió un escalofrío al escuchar eso, una mezcla de intriga y algo más, algo prohibido que no quiso examinar demasiado. —¿Y tu esposa? —preguntó, esta vez más baja, como si supiera que estaba pisando terreno delicado. Rubén tomó otro mate antes de responder. —En el hospital —dijo—. Es enfermera. Turno de noche. Laura asintió, imaginando a la mujer, cansada, volviendo a casa a una cama que olía a otro. —Pero esta noche —continuó Rubén, acercando los labios al oído de ella— cuando la tenga debajo mío, voy a cerrar los ojos y pensar en vos. En cómo te movías, en cómo gemías… Laura contuvo el aire, sintiendo cómo sus pezones se endurecían bajo el encaje a sus palabras. Como si lo hubiera sentido, Rubén deslizó los dedos bajo una de las copas de su sostén, liberando un pecho redondo y firme, la piel aún ruborizada por el sexo. —Seguí —ordenó, pellizcando suavemente el pezón mientras con la otra mano le ofrecía el mate—. Tomemos ...