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Martín el camionero y un chico al que desvirgar
Fecha: 13/10/2025, Categorías: Gays Autor: AntonioSPA, Fuente: TodoRelatos
... relamiendo hasta los huevos como si te fuera la vida en ello. Andrés chupó el capullo con fuerza, y luego volvió a lamer por debajo, más despacio. Y entonces, agarrándole del pelo con firmeza, Martín le clavó la mirada: —Déjamela reluciente, ¿me oyes? Como los zapatos de un muerto el día de su funeral. Que no quede ni un rastro de lefa ni de tu mierda, chaval. Andrés asintió con la polla aún en la boca, los ojos empañados, y redobló el esfuerzo. Chupaba, lamía, succionaba cada rincón y vena abultada como si realmente le debiera servidumbre. Y Martín, con una mano en su nuca y otra acariciándole el cuello, lo dejaba hacer, relajado, con esa sonrisa macarra que solo le salía cuando estaba bien follado y mejor servido. La mañana ya asomaba por las rendijas de la cortina. Y dentro del camión, todo olía a sexo, tabaco y victoria. Martín soltó un último gruñido satisfecho, le acarició la cara al chico y dijo con voz rasposa: —Ahora… Ahora sí que pareces mío. Andrés seguía con la boca aplicada, concentrado en dejarle la verga impoluta, pero no pudo evitar notar cómo se le endurecía de nuevo, palpitándole con fuerza creciente sobre la lengua. Martín soltó un bufido de satisfacción, ladeando la cabeza como quien se estira después de una buena siesta. —Pero bueno… —gruñó con sorna, mirándole desde arriba—. ¿Tú ves lo que estás provocando, putito? Mira cómo me la pones otra vez, y eso que me he corrido como un becerro hace menos de diez minutos. Andrés no se ...
... atrevía a apartarse. Seguía mamándosela, ahora con más cuidado, como quien mima algo peligroso. Pero Martín no era de los que esperaban cortesía. —A tomar por culo la limpieza. Ven aquí —masculló, y le agarró de la nuca con ambas manos—. Ya me has hecho el favor, ahora me toca a mí usar esa boca de chupapollas que tienes. Enseñarte a tragar sin mariconadas. Y sin más aviso, le empujó la cabeza hacia abajo, empotrándole la polla hasta el fondo. Andrés se atragantó al instante, los ojos se le abrieron como platos y soltó un gemido ahogado, pero Martín no paró. Sujetó la cabeza con firmeza, marcando el ritmo con las caderas, empezando a follarle la boca con una brutalidad desacomplejada, machacona, de macho que no pide permiso. El chico había despertado a la bestia. —Vamos, traga… Traga polla, joder… —gruñía entre embestida y embestida, mientras el cuerpo de Andrés se balanceaba con cada sacudida—. Volviste para esto, ¿no? Pues ahora voy a dejarte la garganta como cenicero de obra: bien usada y echando humo. Andrés intentaba seguirle el ritmo, pero se le escapaban lágrimas, babas, ruidos húmedos y torpes. Martín, lejos de frenarse, se cebaba más. Le empujaba hasta que notaba cómo el capullo le golpeaba el fondo de la garganta, y ahí se quedaba un segundo, notando las convulsiones del chico mientras intentaba respirar por la nariz. —No me vayas a potar otra vez, ¿eh? —soltó entre jadeos, con esa sonrisa chulesca clavada en la cara—. Te la voy a meter tan hondo ...