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Internado Femenino Santa Cecilia 1
Fecha: 17/10/2025, Categorías: Transexuales Autor: Birkin1990, Fuente: TodoRelatos
... cabello suelto, tirando de él con una urgencia que no sabía que tenía, y la empujó hacia abajo para encontrarse con sus labios en un beso salvaje, desesperado. Esa noche, en la cama de la directora, Mari no fue solo un secreto que mantener. Fue un amante. Y Claudia, la mujer que lo poseía, le mostró que el precio del silencio podía ser la entrega más ardiente y compleja que jamás hubiera imaginado. El vapor se arremolinaba, empañando los azulejos blancos y creando un mundo cerrado y privado dentro de la amplia ducha de la suite de la directora. El agua caliente caía a raudales, golpeando sus espaldas y escurriendo por sus cuerpos en pequeños riachuelos relucientes. Mari estaba detrás de Claudia, sus manos embadurnadas de un jabón con aroma a lavanda que olía a ella, a autoridad y a lujo discreto. Restregaba perezosamente, con movimientos lentos y circulares que eran más una caricia que un lavado. Recorría la tensa espalda de la directora, la curva de sus hombros, los costados de su cintura y descendía, con una deliberada languidez, hasta las nalgas firmes y redondeadas. Claudia apoyaba las palmas de las manos contra la pared de azulejos, la cabeza ligeramente gacha, dejando escapar gemidos bajos y profundos que se mezclaban con el sonido del agua. Cada movimiento de las manos de Mari era una afirmación, un recordatorio tácito de su sumisión a este placer que solo él podía darle en la soledad de sus aposentos. Su propia erección, dura y palpitante, se ...
... deslizaba entre las nalgas de Claudia con el ritmo de sus caricias jabonosas. Era un contacto resbaladizo, sensual. Fue entonces cuando Claudia, movida por una urgencia que trascendía las palabras, se inclinó hacia adelante, arqueando su espalda de una manera obscenamente invitante. El anillo muscular, tenso y rosado, brillaba bajo el agua, vulnerable y desafiante. Mari contuvo la respiración. La vista era tan erótica como intimidante. Sin prisa, dejando que la anticipación creciera, se arrodilló en el suelo de la ducha, apartando suavemente las nalgas de Claudia con sus manos. El primer contacto fue la punta caliente de su lengua. Un lamido suave, exploratorio, sobre ese centro nervioso. Claudia gritó, un sonido agudo y ahogado que no era de dolor, sino de shock placentero. Mari insistió, dedicándose a la tarea con una devoción que nunca había mostrado en sus estudios. Su lengua se volvió más insistente, más húmeda, preparando, ablandando, abriendo con una paciencia que hacía retorcerse a la directora con necesidad. —Mari… —suplicó ella, con una voz quebrada que ya no era la de una autoridad, sino la de una mujer al borde del abismo. Él sabía que estaba listo. Se incorporó, sus manos jabonosas agarraron sus caderas con firmeza, posicionando la punta de su miembro en esa entrada ahora relajada y húmeda por su saliva y el agua. Se acomodó y, con una presión constante y firme, entró. Un gemido gutural, casi un quejido, escapó de los labios de Claudia. Estaba tan ...