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Mi Madre Desnuda ante el Espejo
Fecha: 09/02/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: AkuSokuZan, Fuente: xHamster
... desnuda frente a un hijo. Pero estaba acostumbrado a verla así desde pequeño, de modo que me confundía. ¿Y si yo intentaba algo, y ella se espantaba y me rechazaba? ¿Y si se estaba insinuando, y yo no me atrevía? - No estés así, vístete que vas a coger frío –dijo cuando yo ya casi salía de su alcoba. Siempre se preocupaba por mí. - Mama, ¿quieres que te dé yo la crema? –pregunté de improviso. A decir verdad, no era la primera vez. De niño, yo veía cómo ella se echaba crema, y al final siempre me dejaba ponérsela a mí, y acababa haciéndole cosquillas en los pies jugando. Muchas veces estaba en pijama o camisón; otras en bragas y sujetador; y en ocasiones, como ahora, desnuda. De adolescente se fue perdiendo esa costumbre, aunque nunca del todo. Pero ahora hacía ya dos o tres años que no lo hacíamos. - ¡Claro! Anda ven aquí, mi vida –y puso la toalla en el centro de la cama, tumbándose encima. Me senté en un lado, y me puse crema en las manos. Se la extendí desde la cadera hasta la rodilla, una y otra vez, subiendo y bajando. Al subir, en alguna ocasión le rocé el vello púbico, pero no pareció enterarse. Pasé a poner la crema en las pantorrillas, disfrutando del roce de su piel. No me extrañaba que fuera siempre tan tersa y fina, las cuidaba mucho. Ella mantenía los ojos cerrados, sin duda deleitándose en el suave masaje que le estaba dando. Me unté más crema y le amasé la pierna hasta el tobillo, y a continuación masajeé el pie. - Mmhhhh… qué gustito… –dijo sin abrir los ...
... ojos. Yo también estaba gozando. Me encantaba tocar su piel, sentir su tacto y su calidez. Se me volvía a empinar levemente. - Un buen baño relajante y después un buen masaje, qué más se puede pedir –dijo en un tono meloso–. Quién quiere un marido teniendo un hijo tan bueno… Sonreí para mis adentros, satisfecho. Me levanté para ir al otro lado de la cama y así empezar con la otra pierna. Pero al hacerlo, la toalla calló al suelo. La verdad es que no la había anudado muy fuerte, intencionadamente, con el objetivo de que pasara algo así. - Uy… –dije al caerse, pero no añadí nada más, ni la recogí del suelo. Fui como si nada al otro lado. Mi madre, que había abierto los ojos al levantarme de la cama, vio cómo se me caía, y cómo continué en cueros hasta sentarme al otro lado. Pero no pareció darle importancia, y cerró los ojos nuevamente. Me puse con la otra pierna. Repetí el método de la anterior: primero el muslo hasta la cadera; y luego la rodilla y la pantorrilla, para acabar en el pie. Después de un rato dándole friegas, me puse una buena cantidad de crema en las manos y amasé las dos piernas a la vez, acercando mucho mis partes a ella. Bajé poco a poco hasta sus pies, y me regodeé masajeándolos. Le froté todos los dedos, uno por uno, y seguidamente la planta y el talón. Mi polla estaba prácticamente tiesa, pero desde el ángulo en el que estaba mi madre, no podía verla. Recordé entonces a Tamara, y cómo me gustaba chuparle y lamerle los pies mientras me la follaba. Los de Tamara ...