1. El Precio de un Deseo - Parte 2


    Fecha: 22/10/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: PamelaHot, Fuente: TodoRelatos

    La luz del amanecer se filtraba entre las cortinas de seda, dibujando líneas doradas sobre el cuerpo desnudo de Lucía. Se movió entre las sábanas arrugadas, sintiendo el dolor dulce entre sus muslos, el eco de las manos de Roberto aún grabado en su piel. El olor a sexo y sudor se mezclaba con el perfume de las velas ya apagadas.
    
    Elena estaba sentada en el borde de la cama, vestida sólo con una bata de satén que se abría para revelar sus pequeñas pero firmes curvas. Sus dedos trazaban círculos hipnóticos sobre el vientre de Lucía.
    
    —Despierta, semillita —susurró, inclinándose hasta que su aliento caliente rozó los labios hinchados de la joven—. Hoy es un día importante.
    
    Lucía parpadeó, confundida, mientras los eventos de la noche anterior regresaban a ella en oleadas de vergüenza y excitación.
    
    —¿Qué... qué hora es? —su voz sonó ronca, usada.
    
    —Tiempo de cumplir tu propósito —Roberto apareció en la puerta, completamente desnudo, su cuerpo musculoso bañado en la luz matinal. Llevaba en las manos unas cintas de seda que brillaban suavemente—. Levántate.
    
    Elena ayudó a Lucía a sentarse, sus manos expertas palpando cada centímetro de su piel como si estuviera evaluando un bien preciado.
    
    —Tienes las caderas perfectas para parir —murmuró, apretando la carne allí—. Roberto, mira cómo florece.
    
    Él se acercó, su erección ya prominente, rozando el brazo de Lucía mientras examinaba su cuerpo con ojos de dueño.
    
    —En la mesa —ordenó, señalando el mueble bajo junto a ...
    ... la ventana donde Elena había dispuesto almohadones y más cintas—. Quiero ver toda tu belleza bajo la luz del día.
    
    Lucía tembló, pero obedeció. Cada movimiento le recordaba la posesión de la noche anterior, cómo su cuerpo había respondido contra su voluntad.
    
    Elena la guió hasta la mesa, acostándola sobre los almohadones que olían a lavanda y algo más especiado.
    
    —Las manos primero —dijo Roberto, entregándole las cintas a Elena.
    
    Los dedos expertos de la mujer mayor ataron las muñecas de Lucía a las patas de la mesa, con nudos firmes pero que no lastimaban.
    
    —¿Esto... esto es necesario? —preguntó Lucía, sintiendo cómo su respiración se aceleraba.
    
    Roberto sonrió mientras Elena comenzaba a atar sus tobillos.
    
    —Todo es necesario —su mano grande palmeó la parte interna de su muslo, haciéndola estremecer—. El cuerpo debe estar abierto, receptivo. Las ataduras ayudan a... relajar.
    
    Elena terminó su trabajo y retrocedió para admirar a Lucía extendida como un banquete.
    
    —Magnífica —susurró, mordiendo su propio labio inferior—. Roberto, prepárala.
    
    Él se colocó entre las piernas abiertas de Lucía, sus manos acariciando desde los tobillos hacia arriba con una lentitud tortuosa.
    
    —Elena dice que los orgasmos aumentan las chances —explicó, mientras sus dedos rozaban el vello púbico de Lucía—. Así que hoy no será como anoche. Hoy serás bien atendida.
    
    El primer toque de sus dedos en sus labios hinchados hizo que Lucía arqueara la espalda.
    
    —Shhh —Elena se inclinó ...
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