1. El Precio de un Deseo - Parte 2


    Fecha: 22/10/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: PamelaHot, Fuente: TodoRelatos

    ... resistencia era un teatro que ambos conocían.
    
    —Odio esto —susurró, aunque su cuerpo se inclinaba hacia él—. Odio lo que me haces.
    
    Roberto la empujó contra la pared, su cuerpo duro inmovilizándola.
    
    —¿Esto odias? —su mano descendió como un rayo, desgarrando la blusa con un solo tirón—. ¿O esto? —los dedos se cerraron alrededor de un pecho, apretando hasta el borde del dolor.
    
    Lucía gimió, su cuerpo traicionándola al arquearse hacia ese contacto.
    
    —No... no me hagas esto otra vez...
    
    —Cállate —Roberto hundió su cara en el cuello de ella, mordiendo la piel allí donde sabía que la hacía temblar—. No viniste por tus cosas. Viniste por esto.
    
    Su mano libre abrió el botón del pantalón, los dedos hundiéndose sin ceremonia en su interior. Lucía gritó al encontrarse empapada, su humedad manchando los dedos de Roberto como una confesión muda.
    
    —Mira esto —gruñó, mostrándole los dedos brillantes ante la cara—. Esto es lo que piensas de tu huida.
    
    Lucía intentó girar la cabeza, pero Roberto la agarró por el mentón, forzándola a mirarlo.
    
    —Vas a quedarte —ordenó, mientras con la otra mano desabrochaba su propio pantalón—. Porque eres mía.
    
    La penetración fue brutal, sin preludio, el dolor y el placer mezclándose en un cóctel que hizo llorar a Lucía. Roberto no esperó a que se adaptara, comenzando a moverse con embestidas cortas y duras que la golpeaban contra la pared.
    
    —Dilo —exigió, sus dientes clavándose en el hombro de ella—. Dilo o no paro.
    
    Lucía ...
    ... sacudió la cabeza, negándose incluso ahora, incluso con su cuerpo ardiendo alrededor del de él.
    
    Roberto respondió cambiando el ángulo, buscando ese punto que hacía ver estrellas. Cuando lo encontró, Lucía gritó, las uñas clavándose en sus brazos.
    
    —¡Dilo, maldita sea!
    
    —¡Tuyo! —finalmente estalló de sus labios, entre lágrimas y saliva—. ¡Soy tuya!
    
    Roberto gruñó satisfecho, acelerando el ritmo, cada empuje diseñado para sacudirla tanto física como emocionalmente.
    
    —Y mañana —jadeó—. Y pasado. Y hasta que ese vientre se hinche con mi hijo.
    
    Las palabras deberían haberla horrorizado. En lugar de eso, sintió una contracción violenta en su interior, el orgasmo arrancándole un grito que seguramente escucharían los vecinos.
    
    Roberto no tardó en seguirla, derramándose dentro de ella con un gruñido animal, sus caderas pegadas a las de Lucía para asegurarse de que cada gota se quedara donde debía.
    
    Cuando finalmente se separaron, Lucía se deslizó por la pared hasta el suelo, las piernas incapaces de sostenerla. Roberto se ajustó la ropa con movimientos bruscos, mirándola con una mezcla de triunfo y algo más oscuro.
    
    —Recoge tus cosas —dijo al fin, señalando la maleta volcada—. Te espero en mi casa.
    
    Lucía no respondió. No hacía falta. Ambos sabían que la huida había terminado antes de empezar.
    
    Mientras escuchaba sus pasos alejarse, tocó entre sus piernas, encontrando la mezcla de sus fluidos. Un recordatorio pegajoso de su derrota. Y de su victoria.
    
    Porque por ...