1. Confesiones de un verdugo


    Fecha: 24/10/2025, Categorías: Gays Masturbación Dominación / BDSM Autor: Gavin, Fuente: SexoSinTabues30

    ... daño de verdad? Me estoy encariñando contigo y eso no es bueno para el trabajo.
    
    _¿Es tan importante? ¡Solo tengo catorce años! ¡No le hago mal a nadie!
    
    _Es muy importante. No eres tonto. ¿Sí o no?
    
    _Lo siento, señor, pero no.
    
    _Una lástima. Haremos un último intento de convencerte. Si no lo consigo, sabrás por qué me dicen el carnicero.
    
    Comencé a comerle el culo. Tenía que lubricarlo bien, porque pensaba divertirme un rato antes de ejecutarlo. Después, le metí los dedos. Cuando ya se deslizaban con cierta fluidez, lo penetré. El chico gritó de dolor, pero ya no me importaban sus sentimientos. Solo tenía una idea más, mientras lo empalaba y sentía la calidez de ese cuerpo virgen.
    
    Cuando sentí que me venía, saqué mi miembro de su cuerpo tibio y delante suyo, eché mis chorros de semen en el vaso donde le había dado de beber.
    
    _¡Abre la boca!
    
    Obedeció dócilmente. Su voluntad ya estaba quebrada. Le hice tragar mi leche. Quiso vomitar, pero le cubrí la boca para asegurarme que el semen caliente bajara por su garganta. Su mirada ya estaba perdida.
    
    _Veamos cuanto tardo en correrme por segunda vez.
    
    Tardé bastante y mientras lo follaba, le hice su tercera paja. Sus gritos se convirtieron en gemidos apagados. Finalmente me corrí dentro suyo. Su pene palpitante, alcanzó su tercer orgasmo, esta vez seco.
    
    Se derrumbó, tal vez por el agotamiento o el estrés. Las sogas evitaron que se cayera.
    
    Cuando tenía catorce años participé en el desollamiento de un ...
    ... traidor. Es una tortura especialmente dolorosa y sangrienta. Los trozos de piel del traidor fueron cosidos. Después, ya desollado, lo arrojaron sobre un enorme hormiguero. Esa noche tuve pesadillas. ¿Quería guardar de recuerdo tiras de esa piel suave que tanto placer me había dado? Podía cortar un triángulo, abarcando las caderas y el pubis, una zona especialmente suave. Lo usaría de almohada.
    
    _Señor, por favor…
    
    _¿Por favor, qué? ¿No has tenido bastante placer? ¡Eres insaciable, Gustav! Ahora llegó la hora del dolor.
    
    El chico lloraba. El llanto le deformaba la cara y las lágrimas caían a torrentes. Después de todo, solo era un niño asustado. Podría haber estado horas torturándolo. Ya lo había hecho antes. Una vez torturé a un adolescente de otra tribu durante tres días, hasta que finalmente logró morir. Los dos teníamos la misma edad: dieciséis.
    
    Pero tuve que reconocer que admiraba al muchacho. Su belleza y su valentía merecían un reconocimiento. Tomé su cabello rubio, levanté su cabeza para dejar expuesto su cuello y de un solo tajo, lo degollé. Murió sin darse cuenta.
    
    Me las ingenié para darle sepultura. Cuando lo eché en el hoyo, parecía un ángel que se ha quedado dormido. Lo cubrí de tierra y hojas. Traté de olvidarlo, pero no pude.
    
    La guerra sigue. ¿A quién le venderían ustedes sus armas si no fuera así? Algunos días, la victoria parece estar cerca. Otras, retrocedemos. En las noches, alguna vez, he pensado que hubiese sido agradable tener de compañero a ...
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