Pipper: El emputecimiento de una jovencita - Relatos Eróticos

Pipper: El emputecimiento de una jovencita

... con Pipper, las dos solas, la abuela no tuvo reparos y mandó a llamar a la chiquilla; al tenerla de frente le dijo que al otro día iría a comer con Luciana y que, tal y como lo hacía con ella, debía obedecerle en todo.

El sábado a la 1pm, Luciana estaba en la casa de la anciana, Pipper bajo la escalera enfundada en chandal, holgado, una blusa blanca larga y tenis. Aunque era poco sexy la visión, la nena se veía bien. Pronto se vería mejor.

La abuela tomaba una siesta así que sin mayor reparo las dos mujeres partieron. Luciana ya tenía todo pensado en esta primera fase de camino a controlar a la chiquilla.

Al llegar al restaurante le pidió una ensalada y charlaron sobre temas sin importancia, hasta que llegaron al tema de la ropa. Pipper le dijo a Luciana nuevamente, que le gustaría vestirse más a su edad pero que su abuela no le dejaba, la contable le preguntó sobre qué tipo de ropa estaba pensando, Pipper no supo contestar, simplemente “más a su edad”.

Con dicha información, Luciana le dijo: “Yo puedo convencer a tu abuela de que te dé un poco más de libertad, le diré que cualquier cosa que hagas, incluyendo lo de “vestir más a tu edad”, lo harás conmigo, eso sí, tendrás que hacerme caso en todo”.

La chiquilla se puso feliz, ni siquiera reparó en lo de “hacerme caso en todo”, simplemente veía luz al final del túnel para poder ser más libre. “Llevará tiempo, pero sé paciente”, le dijo Luciana a Pipper.

El siguiente mes Luciana estuvo trabajando a la abuela, ...

... diciéndole que Pipper necesitaba la guía de una mujer más joven, pero con autoridad, aunque también darle ciertas libertades, por ejemplo, en la vestimenta. Esto último siendo vigilado por ella, siendo así no habría problema contestó finalmente la abuela.

La abuela terminó aceptando, le tenía ya mucha confianza a Luciana y también estaba ya un poco harta de Pipper, así que internamente le venía bien el cambio de estafeta.

Para completar el plan, Luciana le dijo a la abuela: “Si le parece bien, Pipper podría acompañarme a un congreso de fin de semana, igual puede ser una forma de que se interese por algo distinto”, la vieja dijo que le parecía una estupenda idea. Si quieres, dijo la anciana, puedes llevártela desde el jueves, me servirá tener la casa para mi sola y estar más tranquila.

Era obvio que la anciana ya quería deshacerse de la responsabilidad de Pipper, en parte por cansancio, en parte por fastidio. Eso le venía bien a Luciana.

Pasó por la chiquilla el jueves temprano, le dijo que no se llevara gran cosa, más que sus cosas personales, cepillo de dientes, etc.

La recogió llevando solo una pequeña maleta, enfundada de nuevo en un chandal, de ahí la llevó a su casa, después de mostrársela brevemente, le dijo que era momento de ir a hacer unas compras para el viaje.

Subieron al auto de Luciana, enfilaron camino a un centro comercial muy amplio y con varias tiendas, en especial unas que Luciana frecuentaba, había poca gente por la hora, aún no era medio ...