1. Pelirroja... peligrosa (6ª parte)


    Fecha: 01/11/2025, Categorías: Hetero Autor: Schizoid, Fuente: CuentoRelatos

    ... un dolor de huevos bastante a tener en cuenta, y una frustración equivalente.
    
    -¿Qué pasa? -me preguntó Silvia, mirándome desde abajo, con la boca entreabierta, y unos ojos llenos de desconcierto.
    
    -No… no lo sé -Fue lo único que acerté a decir.
    
    Silvia se incorporó, vestida con su ropa interior, y cogiéndome de la mano me llevó a la cama. Habrá unos doce metros entre el hall y mi cama, pero les juro que fue el trayecto más largo que he hecho en mi vida. Acababa de tener un soberbio gatillazo… a los veintisiete años, con una tía que estaba bien apetecible, y después de que ella, señores, me la chupara. Supongo que había motivos de sobra para explicarlo, sobre todo teniendo en cuenta las agitaciones que había sufrido (bueno, disfrutado) los últimos tres días… pero yo no estaba para racionalizaciones ni zarandajas.
    
    El caso concreto que me estaba poniendo loco era que yo tenía una ganas impresionantes de echarle un buen polvo a Silvia, y no conseguía que mi polla se endureciese. Maldita la gracia que me hizo.
    
    Cuando llegamos a la cama, nos tumbamos y nos besamos otra vez, acariciando nuestros cuerpos, pero yo no conseguía quitarme el “problema” de la cabeza.
    
    -Oye, Silvi… no sé lo que… -le dije en susurros.
    
    -Shhh… no importa -Silvi me calló con un dedo, y de vez en cuando bajaba su mano hasta mi miembro dormido, frotando, acariciando, estirando hacia atrás la piel y masajeando con delicadeza mis huevos. Joder, si hubiera dependido de mí en ese momento la habría ...
    ... ensartado como una bestia. Pero nada. Nada de nada. No se rían. Mi autoestima en esos precisos momentos estaba bajo mínimos. Aunque Silvia se lo tomó con bastante calma. Con una sonrisa divertida me tumbó boca abajo en la cama, completamente desnudo, y se subió a horcajadas sobre mis piernas. Con gestos suaves y pausados me comenzó a frotar la espalda.
    
    Noto sus manos de tacto aterciopelado, cómo suben y bajan por mis omoplatos, y pequeños escalofríos de placer me recorren justo en el lugar donde sus manos acaban de tocar mi piel. Percibo en mis piernas el calor de su entrepierna, en peso de sus nalgas, y me dejo llevar en una ola de sensaciones.
    
    Oigo su risa bajita cuando nota que estoy disfrutando, y sigue acariciándome la espalda hasta llegar a mi culo, que aprieta bien fuerte, clavando sus dedos, arañándomelo cariñosamente. Entonces noto que ella se desabrocha el sostén y se tumba sobre mí, dejando que sus pezones recorran los caminos de mi espalda, provocándome una sacudida casi eléctrica.
    
    Sus duros botones rozan apenas mi piel, escabulléndose, cosquilleándome, desde la nuca hasta el culo, alternando su roce leve con la fuerza de sus manos, y cuando menos me lo espero, son sus labios los que me cubren la espalda, con besos livianos, soplando y aspirando aire sobre mi columna vertebral, sobre mis costillas, en los glúteos. Su pelo también se posa, dibujando espirales rojas, sus rizos paseándose como serpientes en mi carne. Me siento totalmente excitado, fuera de ...
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