1. La madre de mi fámula


    Fecha: 02/11/2025, Categorías: Hetero Infidelidad Autor: Tita, Fuente: SexoSinTabues30

    Cuando le abrí la puerta a mi fámula quien viene tres días a la semana a hacer el aseo. Me sorprendí al ver que venía acompañada de doña Lupe, su madre, una cuarentona quien inició trabajando con nosotros hace muchos años. Pensé que era porque querían terminar pronto el trabajo ya que tendrían alguna otra cosa que necesitaban hacer al concluir. Así que no pregunté y se pusieron a trabajar. Comenzaron con mi recámara. –¡Qué eficientes son!, pronto van a concluir trabajando juntas – le dije a doña Lupe cuando terminaron de tender la cama y ella llevaba las sábanas rumbo a la lavadora– ¿Tienen prisa porque van a ir a algún lado después? –No, señora, sólo que no me puedo estar quieta –contestó doña Lupe. –Entonces, mejor le invito a tomar un cafecito en la terraza y platicar, deje que su hija haga lo que le toca a ella –la invité y ella aceptó. Cuando se retiró hacia el cuarto de lavado, me di cuenta que se llevó a la cara la sábana, exactamente donde estaba la mancha del atole que me escurrió con el mañanero que me dio Saúl. Aspiró varias veces el aroma y no dudo que le haya dado lengüetazos, pues antes de prender la lavadora, escuché un suspiro… Me quedé en la cocina para preparar el café, pero me pregunté si diez años antes, doña Lupe habría tenido qué ver algo con el pitosuelto de mi marido, pues no fueron pocas las sirvientas que tuvieron sexo con mi esposo y yo me vine enterando mucho después que ellas habían renunciado. En particular, doña Lupe se retiró porque el ...
    ... marido ya no quiso que ella trabajara para dedicarse a atender a los hijos. Pero hace poco él la abandonó y ella regresó a sus actividades laborales, aunque ya no en mi casa porque su hija ocupaba el lugar. –¿Puedo ponerle miel? –me preguntó señalando el frasco después que serví el café. –¡Claro, ya sabe que está en su casa! –le dije y ella tomó una de las tazas para ponerle miel. Me empecé a poner celosa por nada, ya que mi marido toma el café así. “¿Así lo aprendió de él mientras le servía el café, encuerados los dos?”, me pregunté imaginándola con calentura de los treintas, cuando muchas se inician como mancornadoras. Yo me inicié a los 24 en esos menesteres cogiendo con Roberto. Caminamos cada quien con su taza y salimos a sentarnos a la mesita de la terraza. –¿Cómo le ha hecho desde que la dejó su marido? –pregunté, refiriéndome a los ingresos. –Pues, la verdad, al principio fue difícil, pero se fue mejorando la cosa con la ayuda de mis hijos, quienes también siguieron estudiando y obtuvieron las becas y yo un apoyo económico como “madre soltera” –contestó, sintiéndose orgullosa de su familia– Donde sí me ha resultado difícil es en las necesidades como mujer. –¿A cuáles necesidades se refiere? –pregunté socarronamente. –A esas que usted satisface muy bien, las sábanas de los lunes siguen igual de olorosas y manchadas que siempre –contestó sonriente y pícaramente, antes de darle un sorbo a su taza–. Es muy afortunada al seguir con su marido en tan buena forma los dos– y yo ...
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