1. La madre de mi fámula


    Fecha: 02/11/2025, Categorías: Hetero Infidelidad Autor: Tita, Fuente: SexoSinTabues30

    ... y mi trasero no tiene un atractivo como el suyo –concluí. –Será… Pero yo me puse roja cuando me lo dijo y casi caigo, pues me empecé a mojar. Así que lo despedí pronto “porque tenía que trabajar”. El señor sigue insistiendo y yo no quiero problemas, pero tiene mucha labia –terminó dejando ver que quizá sucumba a los piropos tan directos. –A propósito de labia, ¿le gusta que le hagan el oral? –pregunté. –¡Pos sí! ¿A quién no? Lo que pasa es que son muy pocos los que bajan por miel, pero todos quieren que se la mamen hasta eyacular. ¡Eso no es justo! ¿Verdad? –señaló. –¡Claro que no es justo, la cosa debe ser pareja! Nosotras tomamos leche y que ellos tomen flujo, ¡todo el que nos salga, aunque sea con atole hecho con el socio! –dije descaradamente, recordando que se ponen más calientes cuando chupan una pepa recientemente muy cogida por otro. –Eso es lo que le envidio a ustedes, son felices, aunque a usted la comparta don Saúl –dijo, e inmediatamente hizo un gesto de arrepentimiento, pero era claro que ya se había alegrado al tomar café con piquete. –¿Y usted cómo sabe que me comparte mi marido? –pregunté, sólo por molestar y sacarla de lo roja que se puso su cara por la mortificación de hacerme dicha afirmación. –Bueno, yo lo sospechaba, pero por sus comentarios lo confirmé –explicó tratando de señalar que yo fui quien se fue de la lengua y se sirvió más brandy en la taza. –¿Sospechas de eso? ¿Cómo fue? –pregunté sirviéndome yo también más licor. –Bueno, generalmente los ...
    ... pelos de las sábanas sólo se diferenciaban porque unos eran más colochos que otros, pero del mismo color. Sin embargo, a veces también había unos, muchos, de color café, como los de hoy…–expresó, tapándome la boca. –¡Ah…! Pero seguramente nunca se lo contó a nadie… –dije mirándola fijamente a los ojos. –¡No señora!, ¿cómo cree? Ni a mi confesor. –aseguró. –¿Pues qué le cuenta al cura? –pregunté extrañadísima. –Pues mis pecados, hasta los de pensamiento –dijo queriendo zanjar allí el asunto. –¿De pensamiento? –como qué… –Pues le he dicho que me entran muchas ganas de pecar al no tener marido que me las calme, pero también las de acción, las veces que me he tirado a algunos –precisó. –¿Pero eso qué tiene que ver con mi marido? O conque yo tenga uno que otro amante… – y ella se echó un gran trago antes de responderme. –Es que muchas veces esos pensamientos me surgieron al oler sus sábanas cuando las cambiaba. Se percibía la dicha de ustedes en la humedad de las manchas recientes. –¿Fantaseaste con mi marido? –pregunté asombrada. –¡No! Bueno, sí, pero sólo imaginando lo bien que a usted la debía tratar y lo agradable de tener un esposo tan permisivo –confesó. –¿Por eso oliste las sábanas antes de meterlas a la lavadora? ¿Porque te acordaste de él? –pregunté y ella se sirvió más brandy, dijo “Permiso” antes de contestarme. –Perdóneme, no me di cuenta que usted me estaba viendo. Pero sí, ¡me mojé! Luego vinieron a mi mente su marido y dos de sus amigos que entonces recibió en sendas ...