-
Una herencia inesperada VII
Fecha: 02/11/2025, Categorías: Incesto Autor: Viejo Intrepido, Fuente: TodoRelatos
... decidida, honesta y sobre todo coherente. Pero a pesar de todo lo que has pasado por lo menos el apetito no lo has perdido, joder como tragas. -Tu eres Carlota ¿no? – le contesto riendo alegremente Anastasia y demostrando que su belleza natural se acentuaba al reír enseñando su blanca dentadura – Es que tu madre cocina como tú dices, de “puta madre”, y yo tenía hambre atrasada desde hace ya cuatro días, desde que termine mi contrato. -Oye tengo una curiosidad. - dijo Esther viendo que se había roto el silencio y señalando a su madre continuo: – por cierto, yo soy Esther, hija de Julia, porque entiendo que te han presentado a todas a la vez y puedes tener dudas menos con Mel. Bueno, mi duda, Con los hombres que has estado ¿no se sentían cohibidos contigo? Lo digo porque siendo tan grandota los debes de acojonar. -Joder que graciosas son estas niñas. – volvió a reír con ganas Anastasia – Pues hija no te puedo contestar, no he estado con ninguno en los términos que creo me preguntas. Si es cierto que me he peleado con más de uno y también a más de uno le he partido la cara. -Entonces ¿Qué querías decir cuando has dicho que las pocas veces te has dejado llevar por instintos primarios, y que esas pocas veces fueron una especie de desahogo físico producto de un descontrol alcohólico? – volvió a preguntar extrañada Esther – Y los términos a los que me refiero hablado claro es follar. -Hija pero que burra eres a veces. – salto como un tiro Julia – Tú te crees que ...
... puedes hacer esas preguntas tan impertinentes delante de tanta gente. -No la regañes por favor. – dijo Anastasia volviendo a reír, ahora a carcajadas – Tu hija es simpática, graciosa y muy directa, por lo tanto, sincera y honesta, motivo por el que no me importa contestar. Ya sé que tú te referías a eso, pero yo cuando he dicho lo que tú has repetido, me refería a masturbarme, no a follar. Puede que mis inicios con las monjas me hayan condicionado en mi vida sexual, pero realmente lo que me condiciona es el haber visto las barbaridades que los hombres pueden hacer con las mujeres. Mis primeros años en África, siendo aun novicia, me crearon un enorme trauma difícil de superar. -¡Madre mía que desperdicio! – intervino Yoli - ¿Tú te crees que es justo que un cuerpo como el que a ti te ha dado Dios se quede sin disfrutar? Y aún peor, que nadie disfrute de ese pedazo de pastel, que supongo dulce y sabroso. Perdona, perdona, pero solo de pensarlo me pongo mala. -Supongo que debo de darte las gracias, pues tomo tus palabras como una lisonja, un piropo. – dijo Anastasia – A lo mejor entre todos vosotros, que parecéis un grupo de lo más divertido, podáis inculcarme otras ideas y ayudarme a superar mi trauma. -Dalo por hecho. – salto Carlota – Vamos a poner todo de nuestra parte para que veas que el sexo es buenísimo, sienta bien, te hace mejor persona y te alegra la vida, siempre y cuando se haga con cariño, amor, respeto mutuo y deseo puro. -Coño con la sexóloga. – dijo ...