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Aventuras con mi hijastra la excursión
Fecha: 03/11/2025, Categorías: Hetero Incesto Sexo con Maduras Autor: SERRANO V4, Fuente: SexoSinTabues30
... Camila, bajando la voz hasta convertirla en un susurro cargado de promesas. “Si seremos muy, muy buenas…” «Pero antes, señoritas, pidan permiso a sus mamás para ir con nosotros al centro comercial. Así nos aseguramos de que no haya problemas después», les dije con una sonrisa. Michelle y Camila intercambiaron miradas de alivio y emoción. «¡Sí, claro!». Las dos sacaron sus teléfonos móviles y marcaron rápidamente los números de sus madres. Obtenido el permiso, Michelle exclamó con entusiasmo: «¡Mi mamá dice que sí! ¡Me da permiso de ir!». Camila, con una sonrisa radiante, añadió: «¡La mía también! ¡Dice que puedo ir y que me divierta!». Mientras las chicas hablaban con sus madres, mi teléfono vibró con un nuevo mensaje. Era de Astrid, y al leerlo, mis ojos se abrieron ligeramente con sorpresa y una punzada de excitación. El mensaje decía: «¿Aún traes mis chones? todo fue por tu culpa que me vieran así… Me las a pagar». Los cuatro caminábamos por el interior del centro comercial, rumbo al área de comida. Michelle y Camila, por delante, intercambiaban risitas cómplices. Observaban todo, mientras Astrid, a mi lado, visiblemente nerviosa, me llevaba tomado de la mano. «¿Estás bien, Astrid?», le pregunté en voz baja, intentando parecer casual. Ella me lanzó una mirada rápida, sus ojos llenos de una mezcla de frustración y vergüenza. «No», murmuró, «no estoy bien. ¿Cómo quieres que esté después de lo que pasó en el coche?» Hizo una pausa, bajando aún más la voz. «Y… y por lo de ...
... mis bragas». Astrid continuó expresando: “¡La verdad! ¡Se me había olvidado por completo que no las traía puestas!”. Se sonrojó profundamente, bajando la mirada. “Es que… fue tan rápido todo que cuando sentí ya tenía mi falda hasta mi cintura”. Yo le digo: “Las tengo en mi pantalón, te las devuelvo si quieres”. «¡No! ¿Qué van a decir mis amigas si me ven que me las devuelves, o que ya las traigo puestas?», y añadió en un susurro aún más bajo: “Sospecharían de lo nuestro”, mirando de reojo a Michelle y Camila, que seguían caminando unos pasos por delante, absortas en su propia conversación. «Y además me voy a vengar… y ya sé cómo». Astrid se acercó un poco más, su voz se tornó coqueta. “Me gustó mucho la lencería de mi mamá”, susurró, rozando mi brazo con su mano libre. “Es muy bonita. Y el bikini… ¡perfecto para la excursión!”. Una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios. “Me encantaría que me compraras algo así. ¿Crees que podrías?”. Antes de que pudiera responder, Astrid se separó de mí, lanzando una última mirada pícara. “¡Chicas, espérenme!”, exclamó, y corrió para alcanzar a Michelle y Camila, que ya se habían adelantado. Su actitud nerviosa se había desvanecido por completo, reemplazada por una aparente despreocupación y una sonrisa radiante. Con las bandejas llenas de comida, encontramos una mesa libre en el bullicioso patio de comidas. Astrid, ahora notablemente más relajada, se sentó a mi lado, mientras Michelle y Camila se ubicaban frente a nosotros, absortas en una ...