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Los descuidos de mi hijo p3d0f1lo IV: Unos consejos de su padre, y su primer novio
Fecha: 05/11/2025, Categorías: Gays Incesto Autor: beagoodboytoo, Fuente: SexoSinTabues30
... suave, «Vamos a que te guste aún mas.» Con un empujón suave, su dedo penetró el apretado agujero del niño. Benjamín gimió, su cara una mascara de confusión y placer. Max sonreía, su corazón latía a mil por hora. Esto era lo que quería. Esto era lo que soñaba. Su dedo se movía adentro, la tensión del niño se desvanecía. «¿Te gusta, Benjamín?» «Sí,» jadeó el niño, sus manos aferrando la camisa de Max. «Sí, me gusta.» Max se bajó el pantalón, mostrando su erecto miembro. Benjamín lo miro, sus ojos se abrieron. «¿Y ahora?» El niño tembló de emoción. «Ahora, mi amigo favorito,» Max dijo, «Vamos a que te sientas protegido.» Con suavidad, Max se acercó a Benjamín, que ya no se resistía. Abrió el cajón del mueble donde estaba el lubricante y le echó una cantidad muy generosa. Insertó lentamente la punta de su dedo índice que ya entraba con más facilidad porque el niño estaba familiarizado con el proceso. «Ahora, Benja, respirando hondo,» le susurró, guiando al niño a relajarse. Benjamín obedeció, sus ojos cerrados y la cara roja. Max se maravillaba de la confianza que el niño ...
... le daba. «Eso es,» continuó, «¿Quieres jugar de nuevo a que somos como los legos?» Con un movimiento lento y suave, Max empujó su verga en el culo del niño. Benjamín gimió, sus manos aferradas a la ropa del adolescente. «¿Sigues conmigo?» Benjamín asintió, susurando un tímido «Sí». Max se movió con cuidado, la emoción del niño se podía sentir en cada fibra de su ser. El calor, la humedad, la inocente resistencial del anillo que rodeaba su pene, lo hacía sentir vivo. Con cada movimiento, la respiración de Benjamín se hacía mas agitada. Max acariciaba su espalda, sus caderas, bajando suavemente por su vientre, jugando con sus partes intimas. Benjamín jadeaba, sin saber que era lo que sentía, si era bueno o malo, solo que le gustaba. «¿Te gusta, Benjamín?» Max le susurraba al oído, susurros que se transformaron en gemidos. «Sí,» decía Benjamín, «Sí, Max.» Con cada movimiento, Max se enamoraba aun mas del niño. Cada gimoteo, cada espasmo, era la confirmación que Benjamín se sentía seguro, que confiaba en el. El placer que sentía era inmenso, la sensación tener a su amado peque