La entrevista - Relatos Eróticos

La entrevista

... quieres hacer?

– Me gustaría excitarte con mis manos y mi boca.

– ¿Eso quieres? ¿Quieres chupármela?

– Oh sí, me gustaría. Aunque es realmente grande… muy, grande.

– No te preocupes por eso. Seguro que sabrás hacerlo bien.

Obligado a echarme hacia atrás, quedé sentado con las piernas abiertas en las que se hundió tomando mi rabo entre las manos. Arrodillada y riendo divertida con los ojos brillantes de deseo, pronto se apoderó de mis bolas lamiéndolas dulcemente para con extrema lentitud subir por el tallo endurecido y ya más que hinchado. Todo ello sin dejar de clavar la mirada en la mía, quedando un segundo con la boca abierta antes de atraparla entre los labios produciéndome un placer infinito. Aquello era más de lo que podía haber esperado ¡¡Cuando llegué unos minutos antes nunca hubiera podido imaginar algo así!! Pero me encantaba, una mujer como Greta a mis pies y empezando a darme el placer que tanto necesitaba. Con la boca llena y ayudándose de la mano, produjo un gemido hambriento comenzando con ello a mover la cabeza arriba y abajo. Comía un poco más de mi glande de forma experta, chupando hacia dentro y hacia fuera sin dejarla escapar un solo momento para, de pronto, echarse con la mano a un lado el cabello que le molestaba. Nunca dejaba de masturbarla dentro de la boca, que acariciaba suavemente con los labios envolviendo el grueso cabezón… la otra mano apretaba los huevos. Gemí sin remedio ante la experiencia que la hembra madura atesoraba.

– ...

... ¡Oh dios, sigue, sigue así nena!

– Ummmmmmmmmmm.

– ¿Ves como lo haces perfecto?

– ¿Te gusta cariño?

– Me encanta… la sabes chupar de maravilla… eres deliciosa y encantadora.

– Eres un zalamero, al fin y al cabo, eso decís todos…

– ¿Acaso se la chupas a tantos…? Yo te lo digo en serio mujer, no te miento puedes creerme.

– No he mamado tantas… ninguna como esta, pero dejémonos de tanta charla. Esto me gusta, tienes buena polla muchacho… realmente una verga increíble de las que se ven pocas.

Entre los dedos empezó a masturbarme con dedicación y suavidad, moviendo la mano arriba y abajo de forma lenta, sin prisa alguna al disfrutar la respuesta que mi cipote daba. La piel del prepucio descapullando y cubriendo el glande de forma alternativa según la mano me trabajaba. Y mientras lo hacía, mantenía la mirada entreabierta y sensual, sacando la lengua de vez en cuando para pasarla por los labios de forma perversa. Los humedeció en claro gesto de apetito, estimulando el tronco con el incesante ir y venir de sus dedos de largas uñas granate.

La mano en su bonito pelo lacio, jadeé largamente al cerrar los ojos. Greta chupaba ahora a mayor velocidad, sacando y metiendo más de la mitad del tronco hasta verse obligada a dejarlo para poder respirar. Con la mano se ayudaba haciendo rosca sobre el tronco venoso, haciéndome el placer mucho más profundo. Le pedí que me mirara y entonces pude gozar su mirada pasional y depravada, masturbándome sin descanso entre mis ...