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El novio de mi madre
Fecha: 08/11/2025, Categorías: Incesto Autor: Sarah Dafne, Fuente: CuentoRelatos
Quiero aprovechar que escribo de manera anónima para contarles un relato que le ha venido dando vueltas a mi cabeza desde hace un par de semanas. Mis padres se divorciaron cuando yo tenía tres años, y quien se quedó con mi custodia fue mi madre, porque según el juez: mi madre ganaba más en su trabajo y podía darme una buena calidad de vida. El asunto es que ella no pasaba mucho tiempo conmigo por lo mismo: por su trabajo. Mi padre nunca se desentendió de mí, me costeó los estudios y cuando entré a estudiar a la universidad, él pagó el alquiler del piso. Bueno, el asunto es que cuando yo tenía ocho años, mi madre, que en ese entonces tenía veintisiete, comenzó una relación con un hombre cuatro años menor que ella. Vamos a llamarle Christian. A mí nunca me trató mal ni me rechazó, pero jamás intentó comportarse como un padre. Recuerdo que cuando él estaba sentado en el sofá, viendo una película o alguna serie, yo me acercaba y me sentaba junto a él, lo abrazaba y me recargaba en su brazo. Siempre lo llamé por su nombre y él siempre me llamó por el mío. Nunca utilizamos los sobrenombres de “papá” o de “hija”. Christian fue muy tolerante con mi madre; había ocasiones en donde ella se ausentaba por semanas debido a su trabajo y a él no le quedaba más que encargarse de mí y enviarme al colegio. Yo crecí y él continuó su vida con mi madre, pero no fue hasta mi adolescencia que comencé a verlo de otra manera. Christian era alto, medía un metro con ochenta, era de piel ...
... blanca, le gustaba hacer ejercicio y tenía sus ojos de color verde. Quizá estaba en mi momento más hormonal, pero solo deseaba estar pegada a él. No entiendo cómo no me dio culpa por sentirme atraída por el novio de mi madre, pero me gustaba y no había forma de frenarlo. Unos años después, cuando Christian llegó a tener treinta y cuatro, las amigas que yo tenía en el bachillerato me comentaban lo guapo que era, pero yo nunca les dije que también me sentía atraída por él. Lo mantuve como un secreto, algo que ni siquiera a él pensé decirle o demostrarle. No fue hasta cierto tiempo después, luego de que descubriera la masturbación y mi cuerpo pidiera a gritos experimentar la sensación de una primera penetración. Christian estaba en la sala, viendo un partido de beisbol. Mi madre había tenido una reunión y no regresaría hasta mañana en la tarde, y cuando ella regresara yo me iría unos días de visita a la casa de mi padre y de su nueva esposa. El punto es que, me sentía extremadamente cachonda, mis dedos ya no lograban satisfacerme y me daba algo de miedo comprar consoladores y que mi madre me descubriera. Tenía diecinueve años y pronto me iría a la universidad, así que decidí arriesgarme. Por aquel entonces solo tenía un pedazo de lencería que consistía en una tanguita negra y un sostén transparente. Recuerdo que solía ponérmela para masturbarme en mi cuarto. Había algo en eso que me hacía sentir sexy. Me puse una faldita corta, una blusa de tirantes y tras soltarme el ...