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Mi jefe me convirtió en Lucero
Fecha: 14/11/2025, Categorías: Transexuales Autor: lucetrav, Fuente: CuentoRelatos
... vestimentas y recién depilado. Volamos a Monterrey, nos fuimos a un lujoso hotel y mientras dejábamos que los botones subieran el equipaje, nos tomamos unas copas. -Esta noche nos iremos a cenar y quiero que lo pasemos muy bien. Me apetece que sea una noche especial. Te apetece? -Si señor – respondí algo inquieto por su tono. Nos fuimos cada uno a su habitación y me pidió que cuando estuviera listo le pasase a recoger por la suya. Al entrar en mi habitación, encontré unos paquetes encima la cama. Empecé a abrirlos: un vestido de mujer de noche, unos zapatos de tacón, un bolso, complementos, ropa interior femenina muy sexy… y una tarjetita: "Hoy quiero que seas Lucero. Sé que en el fondo lo estabas esperando. Creo que con lo bien que me he portado contigo no puedes negarte a ello. Arréglate para mi y déjate atender por el servicio de habitaciones. Esta noche lo tenemos que pasar muy bien. Me lo debes. Para mi Lucero, Isidoro". Me quedé helado. Me senté en la cama para no caerme al suelo, y casi a punto de llorar, llamaron a la puerta, era el servicio de habitaciones. Abrí y entró una mujer vieja, más bien fea: -Hola Lucero, Isidoro me ha pedido que me encargue de tí. Vete a duchar que yo voy preparando todo esto, pero date prisa que no tenemos mucho tiempo. Todo esto era una locura… entre en el baño y, ahora si, me puse a llorar. Como me estaba pasando esto a mi? Que tenía que hacer? Podía largarme y mandarlo todo al carajo? O mejor ir a ver a Isidoro? ...
... No me atrevía ni a lo uno ni a lo otro. Tenía un buen trabajo, un sueldo que difícilmente hubiese imaginado hacía solo unos meses… y Isidoro me infundía un respeto, miedo… autoridad que no me atrevía a enfrentarme a él… Me metí en la ducha, salí envuelto en la toalla… y me entregué, resignado, a mi destino, deseando que la noche terminara cuanto antes. En media hora me miré al espejo y casi ni me reconocí: me había convertido en Lucero… Tanga fina a juego con un sostén con relleno. Medias y portaligas, falda corta ajustada, blusa ceñida, botas de tacón alto, todo negro, y también peluca, maquillaje, perfume, joyas. Realmente estaba distinta. Aquella mujer había hecho un buen trabajo, no se podía negar. Incluso me enseñó a caminar para que no me pegase una buena torta solo salir de la habitación. Antes de irse se despidió con dos besos en las mejillas y me susurró: -Estás preciosa. Olvídate de todo y pásalo en grande, mi niña. La mujer se fue y me quedé sola, pensativa. El vestido y la situación me humillaba. Me sentía como una especie de puta disfrazada. Pero también sentía un cosquilleo, una especie de excitación extraña, que atribuí al contacto suave de las ropas que vestía. Analicé por última vez esa noche la situación, me tragué mi orgullo y mi personalidad, tomé aire y salí de la habitación a buscar a Isidoro. Por lo menos podía dar gracias que esto sucediera lejos de mi ciudad. Llamé y Isidoro abrió la puerta enseguida y me hizo pasar. Me saludó ...