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Los deseos inconfesables de Emily. dos
Fecha: 16/11/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: icharlines, Fuente: TodoRelatos
LOS DESEOS INCONFESABLES DE EMILY. LAS SIETE EN PUNTO DE LA TARDE CHARLINES A las siete en punto de la tarde sonó el timbre de la puerta. Me levanté a abrir y ahí, tras la puerta, estaba Emily preciosa y terriblemente sexi. Mis ojos fueron directos a sus pezones que estiraban la finísima tela de su camiseta. Esta parecía una segunda piel y transparentaba al completo, tanto las aureolas casi marrones, como esos puntiagudos pezones. Bajé mis ojos muy a mi pesar para encontrarme con una mini con cuadros escoceses, que apenas tapaba el principio de su sexo, dejando ver sus pulcras braguitas blancas. Al levantar la vista vi a Emily sonriendo feliz, su vestimenta había hecho crecer mi polla que se marcaba bajo mi pantalón de deporte. Pasa, preciosa pasa. Al pasar posé con fuerza mi mano en su trasero. Ay, así en frío no me gusta. Tranquila, ya te calentaré. Ese día le había preparado a Emily un banco sin respaldo, totalmente recto y había colocado bien fijadas unas argollas al frente de los extremos del banco. Fui yo quien en ese momento fui desnudando a Emily con lentitud y tranquilidad. La despojé de su camiseta muy lentamente sacándosela por la cabeza. Le recogí el pelo en una coleta y deslicé mi mano derecha por su cuerpo, acariciando sus largos y duros pezones que estiré mientras los apretaba suavemente. Emily gemía al tacto de mi mano. Bajé mi boca hasta su pezón para morderlo, chuparlo y estirarlo con mis labios. Mi otra mano recorría los ...
... glúteos de Emily, que desnudos casi en su totalidad se exponían al roce de mi mano. Estiraba y apretaba sus pezones para después acariciarlos con extrema suavidad. Emily de pie frente a mí, gemía y se contoneaba por el dolor y el placer. Mis dedos apretaban sus pezones unos segundos y después los soltaban para acariciarlos. Tenía los pezones terriblemente duros. Lo que me hacía bajar mi boca también a morderlos y lamerlos, mientras Emily se sujetaba a mi nuca. Busqué su boca con mis labios, mientras mi mano desabrochaba su falda, dejándola caer a sus pies. Su braguita blanca se mostró ya húmeda por su flujo. Méteme los dedos cabrón, méteme los dedos. Las zorras no pueden hablar, ya lo sabes, luego veré que hago contigo. Para ese día tenía mi plan preparado, pero Emily se había ganado un castigo, ya vería qué hacer luego con ella. Mi mano ahora, rodeó los bordes de su tanga, acariciando los labios de su sexo por encima de las humedas braguitas. Me movía lentamente rodeando el cuerpo de Emily. recorriendo la cintura de sus bragas, tiré de la goma del lado, la estiré y la solté. Ay, cabrón No dije nada, pero ya sumaba veinte azotes, mínimo. Rodeé su cintura y con la goma del otro lado hice lo mismo, esta vez el gemido fue quedo. Metí lentamente mi mano entre la tela y la piel, bajando la tanga muy lentamente, casi como el que abre una puerta. Su sexo apareció ante mí, ahora ya, limpio de pelos, acerqué mi boca a él, mordí su carne, sus labios y lamí entre sus ...