1. El paraíso del cornudo (extracto 2)


    Fecha: 17/11/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Abel Santos, Fuente: TodoRelatos

    ... el marco y la hoja, sin dejarme pasar.
    
    —Verás… —comencé—. Necesito hablar con alguien. Estoy un poco de bajón. ¿Me dejas entrar para que charlemos?
    
    Volvió a tomarse su tiempo para responder.
    
    —Bueno, entra, pero solo cinco minutos. Estaba a punto de meterme en la ducha.
    
    Se echó a un lado y me franqueó el paso. Entré casi sin mirarla, me podía el bochorno de que notara que había bebido. Aun así, había observado en ella algo extraño, algo que no encajaba. Quizá por la cerveza, o quizá por los nervios, era incapaz de descifrar el misterio. Lo que no era óbice para saber que tal misterio existía.
    
    Alma cortó mis pensamientos en cuanto empezó a hablar.
    
    —¿Ha pasado algo? —soltó de repente, mientras me sentaba en el borde de la cama con mirada circunspecta.
    
    Me sentí como si llevara pintado en la frente el letrero más temido: «CORNUDO». Y ese sentimiento me dolió más que haber visto a Leire y a su amante en el ascensor.
    
    Antes de responder, pensé en las líneas rojas de la conversación que iba a mantener con Alma. De ninguna de las maneras debía sospechar que mi despecho ya no lo provocaba su marido.
    
    —No, nada especial… –admití tras un paréntesis—. Ha pasado lo de siempre…
    
    —¿Lo de… siempre? —repitió sin entender.
    
    —Sí, ya sabes… Manuel y Leire…
    
    —Espera… —dijo levantando una mano—. Te veo fatal. Voy a ponerte algo de beber para que te relajes.
    
    —Sí, gracias —dije sin muchas ganas. Lo que menos necesitaba ahora era más alcohol, pero no podía ...
    ... contradecirla si pretendía llevarla a la cama, la cama en la que me hallaba sentado.
    
    Faenó en un mueble bar de la habitación, una habitación al menos el doble en tamaño que la que Leire y yo teníamos asignada, y en pocos minutos me tendía un vaso con un líquido ambarino.
    
    —Es ron negrita… —explicó—. No tengo otra cosa aquí, pero es un reserva de no sé cuántos años, el único que le gusta a Manuel. Con esto te sentirás mejor.
    
    —Vale… —acepté y apuré el vaso de un trago.
    
    —Y ahora, cuéntame… —dijo y se sentó a mi lado, mientras el albornoz se le abría como por ensalmo y sus preciosas rodillas aparecían ante mí.
    
    En lugar de cerrarse la prenda, Alma se cruzó de piernas y entonces fueron sus morenos muslos los que me dejaron sin habla.
    
    No sabía si aquello era una buena señal, pero al menos la charla no comenzaba mal.
    
    *
    
    Alma no dudó en servirme una segunda ronda de alcohol, pero esta vez no lo bebí, sino que jugué con el vaso entre las manos.
    
    —A ver, cuéntame… —repitió Alma al ver que no arrancaba—. ¿Qué es «lo de siempre»?
    
    Esta vez no me hice de rogar.
    
    —Pues lo de siempre es… «lo de siempre» —dije con palabras juguetonas por culpa del alcohol. Era hora de mentir—. Desde la última vez que hablamos me he estado fijando en los dos y he visto… cosas…
    
    —¿Cosas…?
    
    —Sí, cosas… —me reafirmé—. Cosas como roces sin necesidad, abrazos por la espalda… Y, lo peor de todo, es cuando están haciendo ejercicios dentro de la piscina, donde no se ve bien lo que hacen por debajo ...