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El paraíso del cornudo (extracto 2)
Fecha: 17/11/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Abel Santos, Fuente: TodoRelatos
... del agua. Alma me puso una mano en la rodilla y no pude evitar que mi entrepierna diera un tirón hacia arriba. La cosa iba bien, me dije. —Pobre Pablito… —intentó consolarme—. Sigue, cuéntame que más has visto… —Pues… hace dos o tres tardes… —me costaba soltar aquella trola, pero había que hacerlo, no quedaba otro remedio—. Me pareció que se besaban en la zona de la piscina que queda fuera de las luces del jardín. —¿Estás seguro? —ahora eran las dos manos de mi cuñada las que descansaban sobre mi rodilla. —Sí… pero eso no es todo… Se removió en su asiento y el albornoz cayó por un lado. Ahora podía ver claramente el nacimiento de una nalga. No pude evitarlo, me estaba poniendo cachondo con su pasividad ante el espectáculo que me proporcionaba el albornoz al abrirse. Llegué a pensar que me estaba provocando, cosa que encajaba con el hecho de que me hubiera ofrecido alcohol. ¿Estaba Alma intentando ligar conmigo mientras yo no sabía cómo hacer lo mismo con ella?, cavilaba. —¿Qué más…? —dijo para que no dejara de hablar. —Pues… me pareció verles rozarse de cintura para abajo… —inventaba sobre la marcha—. Ella le daba la espalda y él se acercaba por detrás y restregaba el paquete contra el culo de tu hermana. ¿Te lo puedes creer, semejante cerdo? Y luego, frente a frente, tuve la sensación de que se frotaban… Leire apretaba los ojos como si se estuviera… ya sabes… Alma suspiró y pensé que era el momento de actuar. Si le echaba una mano al ...
... hombro, tal vez conseguiría que se venciera sobre el mío y que podría intentar besarla. Pero me equivoqué. Alma se puso en pie de forma decidida y se ajustó el albornoz, cubriendo la piel que momentos antes mostraba impúdicamente. —Vale, genial… —casi exclamó—. El bueno de mi cuñado ha descubierto lo que yo le llevo diciendo desde hace tiempo y no quería creerme… —se puso en jarras antes de proseguir—. ¿Y ahora qué? ¿Vienes a pedirme algo? Me puse en pie frente a ella de forma decidida. Las piernas me temblaron, pero no era de miedo, era el alcohol el que las hacía flaquear. —No, no vengo a pedirte nada —volví a mentir—. Vengo a darte la razón… Y a decirte que no podemos dejarlo pasar. Que tenemos que darles su merecido. Ojo por ojo… Me había venido arriba, mi discurso se había disparado con la euforia del ron negrita. El último trago me había sentado de maravilla. Pero Alma me cortó las alas. —Ya… todo eso queda muy bonito… —me soltó con el ceño fruncido—. Pero al final lo que tú quieres es follarme, ¿no es eso? El nene está enfadado y viene a quejarse a su cuñadita para pedirle que se abra de piernas… Que quiere descargar su rabia entre ellas. Hablaba con un tono de burla que en otro momento me habría destrozado. Pero no en ese momento, no con el alcohol corriendo por mis venas. —No, no es solo eso… —protesté. —Ah, ¿no? —fingió sorpresa cruzándose de brazos. —No… lo que yo quiero es venganza… con mayúsculas… Alma se echó a reír, intentando ...