1. Caro de Ramos Mejía, 19 añitos


    Fecha: 17/11/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Caro es hermosa. Tiene 19 añitos de pura hermosura. Unas tetas de novela. Los pezones rosaditos. Una cola que no podes parar de mirarle, preciosa. Una concha siempre depiladita, para chupársela a toda hora. Y un clítoris… bueno, un clítoris fuera de serie, increíble, único. Basta que le de dos o tres besos, que le chupe un poco la lengua, y se le para.
    
    Se le para y se moja como una gata en celo. Y ahí nomás le pego una buena chupada de concha, y mientras se retuerce de placer la pendeja su clítoris adquiere dimensiones increíbles, se le para como una micro pija ante el contacto con mi lengua y se le pone terriblemente duro. Riquísimo.
    
    Hoy les voy a contar como la conocí. Caigo a un cumpleaños en Ramos Mejía. Un amigo de un amigo, la típica. Mi amigo tiene 24 años, que era el promedio de edad de la fiesta. Me sentía medio viejo choto, más que nada porque no conocía a casi nadie, aunque tengo muchos amigos de esa edad. Diciembre, mucho calor, había armada una barra de tragos en el jardín de la casa, que era muy amplio, buena música, y gente por todo el lugar. Trago va, trago viene, fui conociendo gente que me presentaba mi amigo. Cuando ella llegó, con dos amigas, no pasaron desapercibidas.
    
    Caro tenía puesto un solerito que dejaba apreciar sus curvas perfectas y unas piernas hermosas.
    
    Enseguida se unió a la ronda de gente en la que estaba incluido yo, y tras los saludos de rigor se prendió en la charla. Intenté mirarla a sus ojos verdes, pero el escote que ...
    ... traía era criminal. Bajo ese solero se adivinaban un par de tetas alucinantes. Cuando me di cuenta que me estaba mirando, me quería matar. Yo seguía con mis ojos clavados en su escote. Corrí la vista rápido y me hice el boludo, pero ya era tarde, estaba escrachado. No suelen gustarme las pendejas, más bien me gustan las minas grandes, de más de 40. Pero con el transcurrir de la noche me gustaba cada vez más. Su sonrisa era magnífica. Una boca más que sensual. Reía todo el tiempo. Hablaba muy bien además, muy madura para su edad. La noche siguió entre risas, alcohol y baile (sobre todo las chicas, yo estaba acodado a la barra). Mi amigo se perdió por ahí, la ronda se deshizo y quedé solo en la barra.
    
    -Ufff qué calor! – escuché a mis espaldas.
    
    Me di vuelta. Era Caro que venía de bailar un rato largo.
    
    -Si – le confirmo algo obvio – hace mucho calor.
    
    -Bueno, ahí sentado tomando no sé si hace tanto – me provoca.
    
    -Jaja soy viejo yo – le digo – Tengo las rodillas de mi abuela ya.
    
    -Bueno, viejo! Cuántos años tenés?
    
    -36
    
    -Ahh… estás muy bien – me dice Caro – pareces de menos.
    
    -Sí, nunca me dan más de 35 y 11 meses – bromeo.
    
    -Jajaja – se ríe con ganas.
    
    -Pedí lo que quieras, yo invito! – vuelvo a bromear (era barra libre), su risa me dio confianza.
    
    Hablamos un buen rato sin interrupciones, ni recuerdo bien de qué. Intentaba mirarla a los ojos, lo juro, pero el alcohol y ese vestido me estaban ganando el desafío. Lo que recuerdo bien es en qué derivó la ...
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