-
Compañeros - Capítulo 23: La mirada de Carlota
Fecha: 22/11/2025, Categorías: Grandes Relatos, Autor: nowbly, Fuente: TodoRelatos
... sin vergüenza alguna ya. Me he soltado por completo. Subo las manos a su espalda y la araño sin querer cuando me clava particularmente bien. Él gruñe aprobatorio. Su rostro está sobre el mío; de vez en cuando se inclina y muerde mi labio o mi cuello sin dejar de moverse dentro de mí. Estoy completamente sometida a su voluntad y me encanta. Me trata con una mezcla de brutalidad elegante: es rudo en la manera de cogerme, de embestirme sin piedad, pero a la vez hay un control refinado en sus movimientos, en su estilo. Sabe exactamente qué ángulo tomar para arrancarme chillidos. Sabe frenar un segundo cuando estoy a punto, solo para hacerme suplicar. Sí, llega un momento en que estoy suplicándole. —Más… dame más… —gargareo, perdida, mientras echo las caderas arriba, encontrando su empuje en medio del aire. Mis uñas se clavan en sus hombros. —¿Más? ¿Así? —responde con voz áspera. Reacomoda sus rodillas en la cama y me engancha las piernas sobre sus antebrazos, doblándome más. Esta postura hace que mi culo se eleve y mi espalda quede totalmente apoyada. Al penetrarme de nuevo, grito. Ahora su polla entra con un ángulo infernal, frotando directamente ese punto interno que me hace ver chispas. —¡Ah, ah, ah… Samir…! —no puedo ni articular nada coherente. Mis gemidos llenan la amplia suite. No me importa si hay vecinos o si se enteran en recepción: ahora mismo me están follando de muerte y quiero que el mundo lo sepa. —Eso es, nena… Que se enteren todos… —Samir jadea ...
... sobre mí, sudando. Su ritmo sube, sus embestidas se vuelven más rápidas y brutales. Me agarra por debajo de los muslos para tenerme bien sujeta y arremete, arremete, arremete. El sonido de nuestros cuerpos chocando es húmedo y explícito; su polla entrando y saliendo de mi coñito resbaloso produce chapoteos obscenos. Nuestros gemidos se mezclan en el eco de la habitación. No tardo nada en notar otro orgasmo construyéndose. Es lógico: me está taladrando justamente donde debe, y mi clítoris roza contra su pubis en cada movimiento. Las oleadas anteriores no se habían ido del todo y vuelven a crecer con intensidad. Siento el subidón nublándome la vista. —¡Me… me corro… otra vez! —anuncio con desesperación, aferrándome a sus brazos. La tensión estalla: un segundo clímax me sacude aún más fuerte que el primero. Todo mi interior palpita alrededor de la verga de Samir, apretándolo; mis jugos fluyen tibios, mojando aún más la unión. Grito su nombre entre espasmos y un sollozo de puro éxtasis. —Sí… así… córrete, mi niña… —gruñe él, sin detenerse. Sigue embistiendo mientras me deshago, prolongando mi placer hasta dejarme exhausta y temblorosa. Se incorpora un poco, liberando mis piernas de sus brazos para dejarlas rodear su cintura de nuevo. Luego baja su cuerpo sobre el mío y ajusta las manos debajo de mis nalgas, agarrándome bien por el culo. En esta postura me abraza fuerte contra sí y comienza a bombear de forma profunda y violenta a la vez. Enterrada la cara en mi cuello, ...