1. Compañeros - Capítulo 23: La mirada de Carlota


    Fecha: 22/11/2025, Categorías: Grandes Relatos, Autor: nowbly, Fuente: TodoRelatos

    ... Miguel va a alucinar cuando se lo cuente. Y sé que eso también le pondrá.
    
    —¿Champán? —me ofrece de pronto Samir, sacándome de mis cavilaciones. Giro la cabeza; lo veo incorporarse de la cama con toda la naturalidad del mundo, luciendo su cuerpo desnudo sin gota de vergüenza. Camina hacia una cubitera que hay junto al ventanal; en efecto, dentro reposa una botella de champán a medio terminar y dos copas.
    
    Me sorprendo riendo flojito. —¿Tenías todo preparado, eh? —le digo, incorporándome yo también y sentándome con las sábanas cubriendo mi pecho.
    
    Él encoge un hombro mientras sirve las copas. Su miembro reposa ahora semi duro entre sus muslos, salpicado aún de nuestros fluidos mezclados; la visión hace que me muerda el labio sin darme cuenta. —Siempre listo para celebrar —responde con esa sonrisa canalla. Se acerca y me tiende una copa helada.
    
    Brindamos y bebemos un sorbo. Las burbujas frescas me cosquillean la lengua; sienta bien algo así tras la fogosidad. Samir se sienta a mi lado en la cama, apoya la espalda en el cabecero y me atrae hacia él con un brazo sobre mis hombros. Me acomodo en su costado, sintiendo su calor contra mi piel. Es curioso lo cómodo que me siento, siendo que es un extraño. Será el efecto del sexo bien hecho, supongo.
    
    Charlamos entre sorbos. Tonterías, en verdad: me pregunta por qué salí esta noche, le digo medio en broma que por estudios (lo que le saca una carcajada); yo le pregunto en qué otros países ha estado últimamente, él me cuenta ...
    ... anécdotas de sus viajes… Cosas así. Hay una ligera bruma de embriaguez y subidón en la conversación, típica del afterglow.
    
    Cuando terminamos la botella, lo dejo en la mesilla. Samir me planta un beso repentino en la sien y se desliza fuera de la cama. —Creo que necesito una ducha —comenta, estirando los brazos.
    
    Lo contemplo caminar desnudo hacia el lujoso cuarto de baño en suite. Su espalda ancha y musculosa desciende hasta una cintura estrecha, y de ahí emerge un trasero firme, redondo, perfecto. Trago saliva al verlo desaparecer tras la puerta acristalada de la ducha. La idea de unirme a él brota sola en mi mente. Me muerdo el labio; ¿por qué no? Aún siento mi cuerpo zumbando, sensible y despierto. Quizá puedo con otra ronda.
    
    Dejo la copa a un lado y me bajo de la cama, siguiendo sus pasos. Escucho el agua correr ya. La ducha es un habitáculo de cristal enorme, estilo lluvia tropical. Distingo la silueta de Samir bajo el chorro, la espuma del gel resbalando por su piel tostada. Abro la puerta de vidrio despacio y me cuelo. Él se gira, sorprendido, y una sonrisa de aprobación curva sus labios.
    
    —¿No podía dormir sin mi permiso? —bromea, pasándome una mano por la cintura en cuanto me acerco. El agua tibia nos empapa. Yo ahogo una risita y niego.
    
    —Pensé que quizás necesitabas que te lavara la espalda —respondo zalamera, cogiéndole la pastilla de jabón que tenía y frotándola entre mis manos.
    
    Sin decir más, empiezo a enjabonarlo. Recorro con mis palmas llenas de ...
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