La super mami 1 - Relatos Eróticos

La super mami 1

... guiñándole un ojo.

Dany, que normalmente tiene respuesta para todo, solo ríe nervioso y murmura algo sobre “subir de nivel”. Matías, por su parte, no quita los ojos de mi mamá, quien le devuelve una sonrisa que, juro, tiene un toque de picardía.

Sofía, mientras tanto, está subida en una roca cercana, revisando su cámara y subiendo las fotos a sus redes con una velocidad que desafía la lógica.

—Chicos, estas fotos ya tienen 50 likes en dos minutos —anuncia, sin levantar la vista—. Marlene, Sandra, son virales. Y Cris, feliz cumpleaños, porque acabas de ganar el título de “hijo con las mamás más cool”.

Las risas llenan el aire, mezclándose con el sonido de las olas. Marlene y mi mamá siguen bromeando desde los camastros, haciendo que Dany y Matías se derritan entre cumplidos torpes y miradas furtivas a esos cuerpos maduros de piel tersa y vientre plano, casi perfectos. La tarde está en su punto más alto, y algo me dice que esta fiesta, aunque pequeña, va a ser inolvidable.

Escena 5: Sofía y el arte de la edición

La noche ha caído sobre la playa, y la casa está iluminada por las guirnaldas de luces que cuelgan en la terraza, proyectando un brillo cálido que se mezcla con el sonido de las olas y las risas que flotan en el aire. La mesa está llena de comida: tacos de pescado, ceviche, una bandeja de frutas y el pastel de tres pisos que mi mamá insistió en pedir, decorado con chispas de colores que gritan “exageración”. Marlene y mi mamá están sentadas en la ...

... terraza, ahora con camisetas ligeras sobre sus bikinis, charlando y riendo mientras comparten una copa de vino blanco. Dany está atacando los tacos como si no hubiera comido en días, y Matías, fiel a su estilo, está cerca de mi mamá, ofreciéndose a traer más hielo con una devoción que no engaña a nadie.

Sofía, sin embargo, está en su propio mundo. Se ha apoderado de una esquina de la mesa, con su laptop abierta y su cámara conectada por un cable. La pantalla brilla con las fotos que tomó durante la tarde, y ella está sumergida en su proceso de edición, con los auriculares puestos y una concentración que hace que parezca una científica en un laboratorio. Sus dedos vuelan sobre el teclado, ajustando controles en un programa de edición que parece más complicado que un panel de control de la NASA.

Me acerco, curioso, con un taco en la mano.

—¿Qué haces, Sof? ¿Ya estás editando? La fiesta apenas está empezando.

Ella levanta la vista, quitándose un auricular, y me lanza una sonrisa de “no me distraigas, pero te explico porque eres el cumpleañero”.

—Cris, el secreto de una buena foto no está solo en tomarla, sino en hacerla cantar. —Gira la laptop para que vea la pantalla. Es una de las fotos de Marlene y mi mamá saliendo del mar, con el agua brillando en sus cuerpos como diamantes y el cielo en un degradado perfecto de rosa y violeta—. Mira esto. Crudo, es bonita. Pero con un poco de magia… —Mueve un par de controles, ajustando el contraste y la saturación—. ¡Bam! Ahora ...